En una catapulta espacial se prescinde del uso de cohetes impulsores, por lo que el cuerpo debe salir con la velocidad necesaria para alcanzar la órbita.
Se podría minimizar este problema situando la catapulta en lugares altos, donde la atmósfera es menos densa, pero por facilidad de uso sería conveniente que el dispositivo se encontrara en zonas cercanas al ecuador, lo que limita el número posible de emplazamientos idóneos.
Aunque es muy probable que para lanzar el material necesario para construir esto en la luna de un modo rentable haga falta primero tener una catapulta electromagnética en la tierra.
En la película Cuando los mundos chocan (Rudolph Maté, 1951), podemos observar una rampa, aunque no electromagnética, que se aprovecha de la energía potencial gravitatoria para conferir impulso a la nave.
En 1966, Robert A. Heinlein en La Luna es una cruel amante, muestra una catapulta empleada para enviar materiales a la Tierra.