Al tiempo que Méndez se dirigía a Jalpa para hacerse con 40 fusiles que allí se encontraban, Regino Hernández caía sobre el cuartel de Comalcalco, logrando la huida de las fuerzas imperialistas al mando del comandante Manuel Romanco, con lo cual las fuerzas tabasqueñas se apoderaron de municiones y artillería enemiga procediendo acto seguido a levantar el acta insurreccional.
Los rebeldes acataron las leyes y respetaron las propiedades de los mexicanos, marcando diferencias entre “patriotas” e “invasores”.
Cerca de ahí, se encontraba San Juan Bautista, la capital, a solo ocho leguas.
Es entonces que junto al teniente coronel Andrés Sánchez Magallanes, recorren las inmediaciones de Cunduacán para reconocer el terreno dando instrucciones para mantener guarecida a la población y preparase para combate.
Del lado izquierdo del camino, cubiertos en la espesa vegetación selvática se dispuso que estuviera Antonio Reyes Hernández con 50 soldados y que sería el encargado de asaltar la retaguardia enemiga.