Al ya tener sitiada la ciudad, Porfirio Díaz ordenó un despliegue inmediato de tropas en puntos estratégicos, preparándose para el asalto.
Hubiera yo podido tomarla solamente con las Fuerzas del Ejército de Oriente, pero no tenía yo suficiente caballería para cubrir todas las salidas, por las cuales los principales culpables se habrían escapado; pero ahora con 9,000 caballos estarán bien resguardadas todas las salidas, y sucederá lo mismo que en Querétaro; nadie se nos escapará.
En conclusión, cuando haya usted recibido esta carta estará ya limpio de traidores el suelo mexicano.
Entretanto, había dejado órdenes al coronel Terán para que siguiera mi marcha en columna, con los Batallones 2° y 3°, de Oaxaca, y a buen paso para que no llegaran fatigados al lugar del combate.
Tras la batalla fue capturado y fusilado Santiago Vidaurri, exgobernador de Nuevo León que había cambiado de bando y negado ayuda a los liberales durante la huida del gobierno republicano al norte.