A finales de ese año arribaron dos divisiones bajo el mando del general Élie-Frédéric Forey, designado para sustituir al conde de Lorencez, con lo que el total de efectivos ascendió a 30,000,[1] a los que se agregaron 8,000 mexicanos comandados por los generales conservadores Juan Nepomuceno Almonte y Leonardo Márquez.Las divisiones francesas, a su vez, eran dirigidas por Charles Abel Douay y por François Achille Bazaine.Dos días después se dividieron en dos grupos: el primero, dirigido por Douay, rodeó Puebla por el norte, y el otro, bajo el mando de Bazaine, por el sur, mientras que Forey estableció su cuartel general en el cerro de San Juan Centepec (actual Colonia La Paz).El tercer asalto costó a los franceses 235 bajas, de las cuales 3 jefes y 13 oficiales.Tras tomar con dificultad la manzana de La Guadalupita (hoy avenida Reforma 1100), los franceses avanzaron con dirección al zócalo de la ciudad, siendo repelidos por la batería comandada por Porfirio Díaz en la calle del Hospicio (hoy avenida Reforma 900; en dicho sitio se encuentra actualmente una placa conmemorativa del hecho).En otra línea de ataque, el ejército francés intentó acceder al centro de la ciudad atacando el Convento de San Agustín, incendiándolo y entablando una feroz lucha cuerpo a cuerpo sin que la victoria fuera definitiva para ningún bando, ya que cuando los franceses tomaban una manzana, era inmediatamente recuperada por las fuerzas mexicanas, obligando a los franceses a retroceder y enfocar su ataque por otro lado.Los defensores empezaron a padecer hambre, lo que sucedió aparejado con la escasez de municiones.Sin embargo, en el viaje al puerto se fugaron nueve generales -entre ellos el propio González Ortega, Negrete y Díaz[8]- de los 22 que se rindieron, y solo embarcaron a 110 de los 228 oficiales capturados;[9] entre los evadidos estuvo el entonces coronel Mariano Escobedo.La adversidad, ciudadanos Diputados, no desalienta más que á los pueblos despreciables; la nuestra está ennoblecida por grandes hechos, y dista mucho de habernos arrebatado los inmensos obstáculos materiales y morales que opondrá el país contra sus injustos invasores.