Los antineoplásicos son sustancias que impiden el desarrollo, crecimiento, o proliferación de células tumorales malignas.
Muchos de los antineoplásicos son profármacos, es decir, se administra un medicamento que es menos tóxico, o tiene mejores características farmacodinámicas, y una vez en el organismo se convierte en otro fármaco más eficaz, seguro y selectivo frente a su diana terapéutica.
[4] Las topoisomerasas son enzimas que controlan las estructuras del ADN en la replicación.
Son agentes vesicantes que provocan ulceraciones locales cuando hay extravasación.
[9] Otros fármacos que se utilizan en los tumores malignos (sin ser antitumorales propiamente dichos).
Se ajusta por la superficie corporal que deriva del peso y talla.
Estas alteraciones se pueden paliar, por ejemplo: La depresión medular es con frecuencia un factor limitante en el uso terapéutico de citostáticos.
Aunque se puede producir en cualquier zona, lo más frecuente es una intensa inflamación de la mucosa bucofaríngea (estomatitis o mucositis).
Es frecuente la alopecia total que generalmente se resuelve al finalizar el tratamiento.
En las mujeres es frecuente la amenorrea durante la administración de citostáticos pero habitualmente se recuperan los ciclos al interrumpir el tratamiento.
Los citostáticos pueden inducir malformaciones u otras enfermedades congénitas, por eso durante el tratamiento y hasta 6 meses después se debe evitar tener descendencia.
Requiere personal especializado que esté entrenado en el manejo de estos medicamentos debido a los riesgos que puede sufrir el paciente y a la posibilidad de contaminación, tanto del ambiente como del manipulador.
Lo más frecuente es canalizar una vena en cada tratamiento con una cánula corta de teflón que se retira al terminar la infusión.
Puede producir dolor prolongado, infección, artritis (cuando la vena está sobre una articulación), necrosis de la piel y tejido subcutáneo.