Cáncer de vejiga

Cuando la enfermedad se asocia con la amplia presencia de metástasis ya no es posible la curación del paciente.

La edad avanzada y las enfermedades coexistentes se asocian a tasas más altas de mortalidad por cualquier causa.

Incluso el pronóstico de los fumadores es peor que otros factores, como el estadio, grado histológico, tamaño o multifocalidad del tumor.

Los genes que pueden ser alterados en el cáncer de la vejiga incluyen FGFR3, HRAS, RB1 y TP53.

Sin embargo, el cribado sistemático para detectar hematuria microscópica puede estar indicado en poblaciones expuestas a carcinógenos vesicales, incluidos los fumadores.

Para tumores bien diferenciados, la posibilidad de que las células cancerosas sean descubiertos no suele ser satisfactoria.

Los marcadores tumorales han estado recientemente disponibles, los cuales tienen una sensibilidad superior a la urocitología tradicional, pero una menor especificidad.

El diagnóstico definitivo se realiza en la resección del tumor, como parte de un examen histológico.

Los carcinomas de vejiga se diseminan a través del torrente sanguíneo más comúnmente hacia los pulmones, el hígado y el esqueleto.

Se recomienda una tomografía computarizada de la pelvis, ampliada para detectar ganglios linfáticos, así como una ecografía del hígado, un examen de rayos X del tórax para buscar metástasis en el pulmón y hueso.

La urografía intravenosa también se lleva a cabo para detectar defectos de llenado en los cálices, pelvis renal y uréteres e hidronefrosis que pueden indicar la presencia de cáncer urotelial o una invasión del músculo vesical en el meato ureteral.

La ultrasonografía se utiliza cada vez con más frecuencia como prueba inicial de imagen del tracto urinario, no solo porque evita el uso de contrastes intravenosos a los que algunos pacientes pueden ser alérgicos, sino porque también los transductores son cada vez más sensibles y permiten mejorar las imágenes del tracto urinario superior y vejiga.

La ecografía abdominal permite distinguir masas renales, hidronefrosis y visualizar defectos de llenado intraluminal en la vejiga.

Combinada con la radiografía simple de abdomen, la ecografía puede ser más exacta para esclarecer la causa de la hematuria que la urografía intravenosa y demuestra estar más indicada para detectar tumores vesicales.

La interpretación citológica puede ser problemática por baja recogida de células, atipias, cambios degenerativos y alteraciones terapéuticas que contribuyen a aumentar la dificultad.

Hasta que no existan datos concluyentes sobre el beneficio de los nuevos marcadores o se encuentren otros mejores, la citología urinaria seguirá siendo la prueba principal para detectar cáncer de vejiga.

La cistoscopia puede practicarse inicialmente sin anestesia cuando se quiera valorar un paciente con cáncer de vejiga.

Si un cáncer de vejiga ha sido detectado precozmente en pruebas de imagen o si una citología urinaria ha sido previamente positiva, el diagnóstico cistoscópico puede ser omitido y el paciente puede ser programado para efectuar una cistoscopia y biopsia o resección tumoral bajo anestesia.

El examen bimanual puede ser realizado antes o después de la resección transuretral.

Las biopsias al azar en pacientes con lesiones papilares solitarias están contraindicadas debido a que no aportan información adicional y porque pueden ser peligrosas, ya que las lesiones de la mucosa pueden provocar la implantación de células tumorales.

Los dos medicamentos más comunes que se usan para este propósito son el Bacilo Calmette-Guérin (BCG) y la mitomicina.

[9]​ Para las personas que ya se han sometido a una RTU, la BCG puede generar un riesgo similar de muerte y puede reducir el riesgo de recurrencia del tumor.

[9]​ Sin embargo, este medicamento puede aumentar el riesgo de efectos secundarios graves.

La BCG está contraindicada debido al peligro de efectos secundarios sistémicos cuando existan heridas abiertas en la vejiga.

Una instilación inmediatamente después de la RTU con un agente quimioterápico debe ser realizado en todos los casos.

Los tumores que se infiltran en la pared de la vejiga requieren una cirugía más radical, en la que se extrae una parte (cistectomía parcial) o toda (cistectomía radical) de la vejiga (una cistectomía) y el flujo urinario se desvía hacia un asa intestinal aislada (llamada conducto ileal o urostomía ).

[12]​ La tasa de efectos secundarios no tan graves sería similar para ambas cirugías.

[12]​ El pembrolizumab probablemente mejore un poco la supervivencia general y puede mejorar levemente la calidad de vida de las personas con cáncer urotelial que ha empeorado después del tratamiento inicial en comparación con la quimioterapia continua.

El ser hombre y fumador son los factores de riesgo más importantes para la aparición del cáncer de vejiga.
Huevos de Schistosoma haematobium incrustados en el epitelio de la vejiga y rodeados por una intensa concentración de eosinófilos y otras células inmunes.
Estadios del cáncer vesical según su ubicación en el parénquima de la vejiga.
Grupo de células epiteliales de la vejiga con apariencia atípica, sugestivo de un tumor urinario.
Manipulación de un cistoscopio.