El murciélago

Fue traducida al alemán por Carl Haffner como una obra de teatro producida en Viena, Le Réveillon (Un banquete de medianoche) pero, en el contexto del conflicto franco-prusiano y sus secuelas, causó problemas por sus características francesas, que fueron resueltas al adaptarse como un libreto para Johann Strauss, quien trasladó Le Réveillon a una fiesta vienesa.Aparece Adela, sirvienta de Eisenstein y su esposa Rosalinda, quien ha recibido una supuesta carta de su hermana Ida (que en realidad fue escrita por el Doctor Falke) en la cual la invita a una fiesta en la Villa del Príncipe Alexander Orlofsky, pero le pide que aparezca elegantemente vestida.Adela piensa en cómo salir esa noche; en ese momento aparece Rosalinda, intrigada por la voz de Alfredo.Adela se lamenta de que la naturaleza la haya destinado a ser una simple sirvienta (Ach, warum schuf die Natur mich zur Kammerjungfer nur?Mientras Rosalinda reflexiona sobre el hecho de que Alfredo haya vuelto, aparece este en la puerta.Al fin tentado, Gabriel y Falke bailan animadamente, imaginando lo bien que lo pasarán (Ein Souper uns heute winkt, wie noch gar keins dagewesen, hübsche Mädchen, auserlesen!Rosalinda está expectante ante el regreso de Alfredo: lo recibirá, pero solo para hacer que se vaya.Ésta lo retiene, lamentándose, ya que no podrá soportar su ausencia y lo recordará a cada instante (So muß allein ich bleiben acht Tage ohne dich!Alfredo continúa cantando y Rosalinda le ruega que guarde silencio pues no están solos.(Mein Herr, was dächten Sie von mir saß ich mit einem Fremden hier?Viel' Vögel flattern ein und aus, un finden frei Quartier... - Mi bella y amplia jaula está cerca de aquí.La Villa Orlofsky Los invitados al banquete del príncipe Orlofsky esperan la llegada del anfitrión, comentando lo maravilloso que es el estar allí ante tanto esplendor (Ein Souper heut' uns winkt, wie noch keins gar dagewesen!Ésta se sorprende de ver a Adela en aquel lugar y le pregunta quién la ha invitado.Llega Eisenstein, quien está expectante por ver a las bellas jovencitas y con poco interés saluda al príncipe.Falke los presenta y Eisenstein le pregunta si siempre ha sido la señorita Olga, pues tiene un parecido con su sirvienta.Eisenstein se disculpa y Adela lo perdona solo con la condición de no volverla a confundir con su sirvienta.Las mujeres desean cenar, pero Falke les solicita paciencia, pues ha invitado a una condesa húngara (Rosalinda) que vendrá enmascarada.Eisenstein trata de engatusarla, Rosalinda se resiste (Dieser Anstand so manierlich, diese Taille fein und zierlich.../ Statt zu schmachten im Arreste, amüsiert er sich auf's Beste... - Esa apostura tan distinguida, ese talle fino y elegante.../ En lugar de consumirse en la cárcel, se divierte todo lo que puede...) .Ella le pregunta a Eisenstein si sus latidos irán acordes con el tic-tac de su reloj.Aparecen nuevamente los invitados, y las mujeres apuestan a que la condesa en verdad no es húngara, lo que Rosalinda desmiente cantando una zarda (Klänge der Heimat, ihr weckt mir das Sehnen… —‘Sones de mi país, en mí despertáis la nostalgia…’—).Gabriel hizo que Falke bebiera más de la cuenta y lo dejó bajo un árbol durmiendo.Frosch no puede ya que se tamabalea sin cesar y Frank está muy mareado.Frank le pregunta si al menos tiene talento, lo que Adela le demuestra actuando como una ingenua aldeana, una reina y una dama parisina (Spiel ich die Unschuld vom Lande, natürlich im kurzen Gewande... - Haciendo el papel de ingenua aldeana, con faldita corta naturalmente...).Eisenstein entra y se sorprende de ver a Frank allí; piensa que lo han encerrado por algún disturbio público.Frank le comunica que no es ningún Caballero Chargrin, sino el director de la Cárcel.Comprobado esto, Eisenstein le dice que él tampoco es Marqués sino un nuevo huésped para su cárcel.Llaman a la puerta de nuevo, esta vez es otra dama completamente velada que Frosch llevó al locutorio.Frosch reaparece ahora junto al Dr. Blind y le dice a este que espere pues va por Eisenstein.Entra Rosalinda y le dice Alfredo que debe salir inmediatamente de allí.Eisenstein pide a Rosalinda que lo perdone, pues toda la culpa ha sido del champagne.