Los primeros vestigios históricos hallados en suelo de Somiedo se corresponden con la etapa de la Edad del Bronce, aunque se cree que ya en tiempos neolíticos el territorio fue colonizado.
Gracias al pueblo romano se mejoró y definió el antiguo trazado del paso a la meseta por el camín de la Mesa, de gran importancia posterior, tanto con la conquista musulmana como por la expansión del reino asturiano.
Durante la Baja Edad Media cobra importancia el monasterio de Gúa, perteneciente a la orden cisterciense.
En 1277, varias pueblas del occidente Astur, entre las que se encuentra Somiedo, se reunieron en La Espina y firmaron la carta de Hermandad que garantizará el orden en la zona.
En el censo de 1797 se dice que «hay 3139 campesinos propietarios frente a 54 141 arrendatarios».
Dentro de este contexto van apareciendo como grupo de fuerza los vaqueiros, esa población trashumante cuyos únicos y comunes intereses son el cuidado y protección del ganado vacuno.
El sistema hidrográfico de Somiedo lo representan los ríos que dan lugar al nombre de los Valles, teniendo la particularidad de que una parte del terreno que drenan, va a verter sus aguas a través del arroyo del puerto, al océano Atlántico.
Los ríos Saliencia, Las Morteras y del Valle, nacen en la parte norte de la cordillera Cantábrica y ceden sus aguas al río Somiedo que a su vez las fluye en el Pigüeña.
Son ríos de montaña que se han ido abriendo paso entre las calizas dejando un paisaje kárstico.
También podemos ver manchas de robles, abedules en las zonas más altas y carrascales.
En las zonas silíceas menos lluviosas observamos los rebollares y en los aluviales de las vegas las alisedas.
La vegetación más característica es la pradera, las llamadas brañas, compuestas por al menos 250 especies vegetales que constituyen el componente primordial en la economía del concejo.
Hay algunas brañas limitadas con una cerca tradicional antigua, construida a piedra seca, llamada en Asturias corrada.
[6] Los emplazamientos de las brañas responden a una serie de condiciones a tener en cuenta: es preciso que haya agua ya sea como regatu o como fuente.
Se conoce documentalmente su existencia desde el siglo XI, con una explotación continua a lo largo de la Edad Media.
Algunas brañas se convirtieron en ocupación permanente y en ellas se edificaron chozos o refugios, como demostración de apropiación del terreno, lo mismo que demuestran los cercados o cerramientos.
Últimamente y a partir de la declaración del concejo como parque natural, se ha ido frenando esta brusca caída al aparecer nuevos elementos dinamizadores de la economía municipal.
Para la cría del ganado y su alimentación cuenta este concejo con gran número de brañas que ofrecen importantes pastos.
También se hicieron tradicionales los festejos que tenían lugar con ocasión del desgranado de las mazorcas, los llamados esfoyada.
También se conserva en La Pola la iglesia parroquial de San Pedro, también del siglo XVIII y que emplea sillar a la fachada y espadaña lo que le da un toque de mayor calidad.
En Caunedo se encuentra el palacio de la familia del mismo nombre.
Construido sobre un edificio del siglo XV, y que sufrió cambios posteriores.
Otro palacio está en Las Morteras, en donde se encuentra el hoy abandonado palacio renacentista del matrimonio formado por María Meléndez y Diego Flórez Valdés, que muestra una gran calidad de su construcción en piedra.
Arriba hay una zona bajo la cubierta que sirve para almacenar el heno y a veces si es necesario, como dormitorio.
El mobiliario antiguo se componía de una cama o camastro, un banco de madera llamado escano, la masera o artesa para amasar el pan, candiles para iluminar, un arcón para guardar la ropa y algún objeto más.
Los materiales empleados en la casa somedana son la piedra para los muros, la madera para formar la estructura del techo y la escoba depositada sobre ella.
La cubierta es a cuatro aguas, con bastante inclinación para que pueda resbalar la lluvia y la nieve.
En estos teitos la rama de la escoba se espeta hacia abajo, quedando el tallo hacia arriba; el espesor final puede llegar hasta medio metro, siendo todavía mayor en la parte superior delantera, lo que se llama zarzaneira d’adelante, que es la zona más expuesta a las inclemencias del tiempo.
La parte más alta llamada cume forma una línea transversal y de superficie plana sobre la que se depositan algunas ramas de escoba que se sujetan a lo largo formando una cama espesa.
Todo esto se sujeta con unas varas de haya o de fresno llamadas llatas del cume que a su vez soportan varias técnicas de sujeción: mediante zancas —unos maderos— que cuelgan a horcajadas desde el cume a lo largo del teito, que se sujetan con yugos.