Regionalismo valenciano

Quizá solo falta el fútbol, que es posterior...», ha afirmado Ferran Archilés.

[1]​ Este mismo historiador ha subrayado que ninguno de estos referentes «entraba en contradicción con la identidad nacional española, antes al contrario servirían —como haría explícito el primer verso del himno de la exposición regional de 1909: Para ofrendar nuevas glorias a España— como aportación a la identidad nacional.

De hecho cabe recordar una ausencia significativa: el valenciano ocupaba un lugar menor, puramente simbólico».

[10]​ Bajo la Dictadura de Primo de Rivera el regionalismo valenciano en su versión más conservadora y «folclorizante» vivió su «momento dorado», un anticipo del que sería el regionalismo franquista.

Sin embargo en ellas se presentó bajo el nombre de Derecha Regional Agraria, renunciando al gentilicio común.

En cualquier caso su crecimiento fue espectacular pues pasó de 29 agrupaciones en 1931 a 150 al año siguiente, y en 1934 ya contaba con 510, lo que significaba que estaba presente en más del 90 % de las localidades valencianas.

Esto haría que el marco simbólico del regionalismo valenciano tuviera una continuidad en la sociedad, a la vez que la dictadura franquista podía instrumentalizar este marco simbólico, cultural y referencial.

Como ha señalado Ferran Archilés, «el franquismo se construyó en tierras valencianas reutilizando los imaginarios y los relatos del regionalismo.

Sin posibilidades de evolucionar, este regionalismo se fosilizó cada vez más, convirtiéndose en folclore y nostalgia.

[23]​ Durante la posguerra, la mayoría de elementos partidarios del nacionalismo valenciano, vinculados a la izquierda en gran parte, marchan al exilio o son represaliados.

La izquierda valenciana de la transición estaba influenciada por el discurso nacionalista que, especialmente desde los años 1960 habían tenido un nuevo impulso con la aportación fundamental de Joan Fuster (y su libro Nosaltres els valencians), que representó una alternativa identitaria de fuerte carga política frente a la identidad regional.

Estas dos concepciones chocarán en un momento histórico conocido como Batalla de Valencia, un periodo donde la lucha entre la izquierda y la derecha por la hegemonía política en la que acabaría llamándose Comunidad Valenciana hizo que esta última considerara el minoritario pero influyente «catalanismo» cómo un referente a batir, sobre todo por su lugar aparentemente central en el imaginario político y cultural de la izquierda de los años 70, que incorpora en este momento una vertiente valencianista que antes no tenía.

[26]​ El blaverismo (en valenciano, blaverisme) es un movimiento político regionalista surgido a finales de los años 1970 como reacción al nacionalismo valenciano,[27]​ y más concretamente al discurso fusteriano del mismo.

Cartel anunciador de la Exposición Regional Valenciana de 1909 en el que aparecen algunos de los «motivos» sobre los que se construyó el discurso regionalista valenciano, como las naranjas.
Monumento a Teodor Llorente en la Gran Vía del Marqués del Turia de Valencia (1924). Una mujer ataviada con el traje tradicional valenciano se dispone a condecorar al poeta con una corona de laurel.
Monumento al Labrador en la Gran Vía del Marqués del Turia de Valencia (inaugurado en 1931). El «labrador» es uno de los «motivos» más utilizados en el discurso del regionalismo valenciano.
Procesión cívica del 9 de octubre celebrada en 1933, durante la Segunda República . Conmemora la entrada en Valencia del rey de Aragón y conde de Barcelona Jaume I el 9 de octubre de 1238. La bandera de la ciudad es llevada desde el Ayuntamiento a la plaza donde se encuentra la estatua ecuestre de Jaume I, el fundador del reino de Valencia .
Primera página del llamamiento fundacional de la Derecha Regional Valenciana .
Francisco Camps y José Manuel Miralles , en el acto dónde Unió Valenciana anunció su asociación con el PPCV .