[2][3] Posteriormente pasaría a ser propiedad del obispado de Castellón.
[4] A lo largo de su existencia llegó a coexistir con otras publicaciones locales como República o el Heraldo de Castellón.
Durante los años de la Segunda República el diario mantuvo una línea editorial cercana al diario católico El Debate,[5] y apoyó a la coalición conservadora CEDA.
[6] Llegó a sufrir una breve suspensión gubernamental en 1932.
[6] Continuó editándose hasta el comienzo de la Guerra civil,[5] durante la cual sus talleres fueron incautados por los sindicatos tipográficos.