En 1889, se trasladó a Valencia para proseguir con sus estudios musicales en el Conservatorio con Salvador Giner.
Durante esta época encontró serias dificultades para triunfar en Madrid por la dificultad de hallar libretistas y teatros donde estrenar.
Prestó ayuda a Manuel Fernández Caballero, que padecía una ceguera progresiva, en la composición de su zarzuela Gigantes y cabezudos, lo que le sirvió para darse a conocer en el mundo teatral.
Más tarde bautizaría a una de sus hijas como María del Motete, apadrinada por su amigo el científico Bernardino Landete Aragó.
Tras detectársele cáncer de esófago, se trasladó en 1940 a Madrid para ser tratado, falleciendo en esta ciudad en 1941.