[2]Como compositor fue una figura secundaria aunque alcanzó un puesto destacado entre los autores de su época gracias a un público que se contentaba con un entretenimiento variado y aceptable.
El relevo lo protagonizaron otros compositores brillantes (José Serrano Simeón, Francisco Alonso, Pablo Luna).
Por entonces se había extendido bastante la zarzuela por todo el territorio español, en capitales y ciudades donde acudían diversas compañías para representar los estrenos afortunados de Madrid; también por esta época bastantes compañías llevaron la zarzuela a Hispanoamérica donde tuvo una buena y especial acogida.
Fueron quedando algunos títulos consagrados por el público que serían más tarde parte del repertorio de compañías importantes.
No le faltó nunca trabajo y las obras se fueron sucediendo una tras otra, en general con bastante éxito en su momento.
El juguete cómico La salsa de Aniceta (1880) obtuvo también un buen éxito en el estreno y días siguientes, en el teatro Apolo.
Hizo incursión también en el subgénero juguete en el que se sintió muy cómodo y llegó a componer en 1888 hasta dieciocho obras.
En 1891 disfrutó de su último gran triunfo El juicio oral en colaboración con los libretistas Perrín y Palacios, estrenado en el teatro Cómico.