[1] Duró hasta la década de 1910, alcanzando su mayor esplendor en el ocaso del siglo XIX.
[2] Tras su presentación y lanzamiento en los llamados cafés-teatro, las primeras salas teatrales en acoger el teatro por horas fueron el Variedades y el Lope de Rueda, que ofrecían una selección de dos a cuatro obras diarias.
[2] El repertorio del teatro por horas se componía de distintos subgéneros del teatro musical: sainete, juguete cómico, zarzuelita, revista, parodia y opereta; todas ellas de carácter cómico y tono «ligero».
[3] Frente al fervor popular de los diversos géneros que alimentó el teatro por horas, los defensores del teatro tradicional, invocando razones morales, económicas y artísticas, llegaron a escribir duras apologías como esta que firmaba Francisco Blanco García:
[nota 1] Fue importante también la influencia del teatro por horas en la Argentina, cuyos dramaturgos lo adaptaron a los gustos locales, fundiéndolo con otras influencias culturales, como el teatro grotesco italiano, que dio origen al llamado «grotesco criollo».