La legitimidad del mandato de Roberto M. Ortiz y Ramón Castillo ha sido cuestionada en forma generalizada por los historiadores debido al fraude electoral masivo realizado en las elecciones de 1938, denunciado por todo el arco opositor a su gobierno.Generalmente se lo nombra como Ramón S. Castillo, sin precisar nunca a qué corresponde la inicial S. Esto sucede porque no corresponde a nada, ya que su segundo nombre era Antonio.Se casó en Buenos Aires el 14 de septiembre de 1903 con María Delia Luzuriaga Chaves (1881-1955), con quien tuvo seis hijos: Ramón en 1904, Horacio en 1905, María Delia en 1908, Carmen Haydée en 1913 y los mellizos Jorge y Héctor en 1917, que eran discapacitados.Había sido también ministro de Justicia e Instrucción Pública del presidente Justo durante 1936.Castillo continuó la política exterior de su predecesor consistente en declarar la neutralidad del país, lo que le permitía continuar con el comercio marítimo, principalmente con Gran Bretaña y esta misma razón lo llevó a promover la creación de la Flota Mercante del Estado.En el Congreso, los socialistas y radicales respondieron a la campaña de oposición orquestada por la Sociedad Rural Argentina y otras asociaciones de exportadores agrícola-ganaderos, quienes superaron en influencia a la Unión Industrial Argentina.La prensa encabezada por el diario "Ahora", que estaba controlado por militares nacionalistas, siguió este suceso, con tono amarillista, realizando paralelismos entre la "depravación moral" de la sociedad y la decadencia moral del gobierno fraudulento de Castillo, aprovechando para atacar no solo a los conservadores sino a la democracia en sí identificándola con "decadencia, corrupción, contubernio, amancebamiento, prostitución, sodomía y festichola".[12] La investigación se extendió a otros fotógrafos que registraban desnudos artísticos masculinos.Según Gonzalo Demaría, una de las consecuencias del "Escándalo" fue "una gran cacería homosexual (que) se llevó a cabo durante un período sumamente complejo: la transición entre el fin de la llamada Década Infame y el nacimiento del peronismo...la dictadura del presidente Ramírez —formado en Alemania y simpatizante de Hitler— persiguió a judíos y a homosexuales.Ante este panorama, la élite política sufría transformaciones ante la desaparición de los líderes más influyentes hasta ese momento.[16] La oposición entre «aliadófilos», «neutralistas» y «germanófilos» era cada vez más acentuada, llegando el gobierno de los Estados Unidos a lanzar una campaña durante el año 1942, calificando al gobierno argentino de fascista y favorable al Eje.[17] Castillo se mantuvo neutralista, apoyado principalmente por el Ejército pero aislado de la Concordancia.Esta empresa era considerada como un símbolo de la sumisión a los intereses británicos, establecida por el Pacto Roca-Runciman en 1933.En un primer momento, Ramón S. Castillo intentó preservar su gobierno, refugiándose en el buque ARA Drummond e internándose en el Río de la Plata con sus ministros, pero regresó y quedó detenido hasta su liberación, semanas más tarde.Al cabo de algunos meses debió internarse en un sanatorio para someterse a una operación quirúrgica, la que se realizó con éxito.Rodeaban el lecho de muerte del expresidente al momento de producirse el deceso su esposa Delia Luzuriaga, sus seis hijos, el sacerdote Luis Costoya, su confesor, el equipo médico conformado por los doctores Mariano Rafael Castex, Enrique Finocchietto, Romano y Luzuriaga.También se hallaban en su domicilio a esa hora sus antiguos ministros de gobierno, Miguel Culacciati, Enrique Ruiz Guiñazú, Mario Fincati, Carlos Alberto Acevedo, Guillermo Rothe y Salvador Oría, como así también personalidades políticas como Robustiano Patrón Costas, Elpidio González, Benjamín Villafañe, Alberto Barceló, Juan Félix Cafferata, Ramón J. Cárcano, el ex-diputado tucumano, Eduardo Paz, José María Paz Anchorena, Nicolás Avellaneda (h) y el doctor Rómulo Etcheverry Boneo, ministro de Justicia e Instrucción Pública del gobierno de facto del general Edelmiro J. Farrell.
El presidente Ramón S. Castillo visita Tucumán en 1942, siendo recibido por el empresario azucarero
Alfredo Guzmán
y su esposa, Guillermina Leston de Guzmán.