GOU

La primera, integrada por los demócratas nacionales y los antipersonalistas, era apoyada según el GOU por “la banca internacional, los diarios y las fuerzas extranjeras que actúan en defensa de intereses extraños a los del país”, en tanto la segunda “pese a su nominación disimulada, es el Frente Popular con otro nombre... y agrupa “con tendencia netamente izquierdista, a las fuerzas comunistas, socialistas, gremiales, demócratas progresistas, radicales, etc. Su unión obedece a presiones extrañas, originadas y mantenidas desde el exterior, financiadas con abundante dinero extranjero y vigiladas y propulsadas por los agentes propios que actúan en nuestros medios al servicio de países extranjeros, Se trata de una agrupación netamente revolucionaria que pretende reeditar el panorama rojo de España”.Castillo, en una calurosa sesión, exigió una explicación al ministro Ramírez, quien negó toda filiación radical sin ahondar en mayores detalles, aunque el primero no quedó conforme con la respuesta del general, y optó por aguardar la renuncia del mismo, dadas la profundas diferencias y el distanciamiento mutuo.Frente a esto, el ahora expresidente se sintió profundamente traicionado, firmó su renuncia y abandonó la Casa Rosada negándose al amparo de escolta alguna.En poco tiempo ingresaron varios militares en la presidencia, en los ministerios y en las secretarías —capitanes, mayores, tenientes coroneles, coroneles o generales del GOU— contando entre éstos al capitán de infantería Miguel Federico Villegas como secretario y director general de "Radiodifusión",[19]​[20]​ al capitán de caballería José Ítalo Lamberti,[21]​ al teniente coronel Domingo Alfredo Mercante, al coronel Enrique P. González, al coronel Miguel Ángel Montes, al coronel Juan Domingo Perón quien fuera secretario de "Trabajo y Previsión" y que ya desempeñaba una función poco destacada como secretario personal del Ministro de Guerra, entre otros militares.Los conflictos suscitados en la política exterior del gobierno de Ramírez acabaron minando su permanencia en el sillón presidencial.Se intentó retomar la posición neutral frente a la Guerra, la misma que habían llevado adelante históricamente las gestiones conservadoras y radicales, pero la coyuntura internacional en la que esta postura era bien recibida ya no era la misma.La actitud estadounidense no era compartida por las naciones aliadas en su totalidad, las cuales poseían un criterio ambiguo sobre la situación argentina.Por otro lado, la URSS veía al proceso como imperialista e ideológico en su esencia, criticando duramente a la Argentina por no declarar sus auténticas intenciones frente al concierto de las naciones; esta visión se vería materializada en la oposición de Stalin al acceso argentino a la Organización de las Naciones Unidas, una vez finalizada la guerra.En agosto se aprueba un régimen de asociaciones profesionales que acentúa el control del Estado sobre los sindicatos.Para este momento se encontraba actuando en la revisión de la política social del gobierno y las relaciones con los gremios.Si bien Perón logró formar una importante base de poder sustentada en un vasto apoyo popular e ideológico, no todos los integrantes del GOU y del gobierno adherían a sus pretensiones; particularmente, pueden destacarse ciertas contradicciones importantes como las de los coroneles Ávalos y González.Esas contradicciones fueron ganándose paulatinamente el apoyo del presidente Ramírez, quien habría aceptado reemplazar a Farrell y sus allegados por sus asesores más cercanos.Si bien se había logrado asestar el tercer golpe de la organización, quedaban aún ciertas complicaciones de carácter internacional que el GOU debía superar si estaba interesado en legitimar su poder frente a los ojos del mundo.Este tercer golpe de Estado encubierto, consumado en 1944, puso en la presidencia al general Edelmiro Farrell aunque no sin mayores complicaciones.Por un lado, se encontraban los sectores políticos y militares considerados liberales, que observaban cómo el proceso llevado adelante por el GOU había entrado en una "peligrosa fase" y que por esto no servía más a sus intereses originales por los cuales lo habían apoyado en primer lugar; por esto intentaron convencer a Ramírez de retornar al poder.No obstante, el nombramiento tuvo lugar y Perón fue designado ministro, pese a las críticas de sus opositores.Así advierten Floria y G. Belsunce, "al comenzar 1944 la Argentina buscaba una solución internacional satisfactoria y una fórmula política aceptable para salir del atolladero", al referirse a la situación nacional, teniendo en consideración que la forzada ruptura de relaciones con las fuerzas del Eje, y el revitalizado impulso democrático que había la Segunda Guerra Mundial, (si bien se había logrado evitar un inminente bloqueo Americano, no fue posible la recomposición total de la confianza internacional), y el paulatino deterioro de la supremacía nacionalista de derecha, solo lograban acrecentar el descontento y la fuerza de los grupos opositores contrarios al régimen.En este aspecto, cabe destacar, que las pésimas medidas en materia de política internacional adoptadas por Estados Unidos, posibilitaron a la Argentina renegociar y mejorar su posición frente al contexto americano.Su agudo sentido político, y pragmatismo "maquiavélico", como muchos autores dan en calificar, serían sus atributos más sobresalientes.Haciendo honor a este pragmatismo, Perón explotaría al máximo las posibilidades que le brindaran las Fuerzas Armadas en la carrera por el poder, hasta extinguirlas por completo, y previendo la inminente decadencia del régimen militar, optaría por afianzar su posición entre los sectores políticos y profesionales.Perlinger, principal oponente de Perón, carente de apoyo entre la oficialidad, y abandonado por el presidente Farrell, (quien observa consternado la notoriedad del coronel Perón, y teme ahora por su propia permanencia a cargo del país), decide dejar su cargo frente al ministerio.
General Pedro P. Ramírez.
General Edelmiro Farrell.