Este período se caracterizó por el comienzo del nuevo modelo económico conocido como industrialización por sustitución de importaciones.
La Argentina tenía una larga tradición «neutralista» frente a las guerras europeas, que había sido sostenida y defendida por todos los partidos políticos desde el siglo XIX.
El gobierno británico rechazó de plano la proposición reiterando el principio: la principal contribución argentina eran los suministros y para garantizarlos era necesario mantener la neutralidad.
[cita requerida] Tanto el presidente de la Unión Cívica Radical Antipersonalista Roberto Marcelino Ortiz (1938-1942) como el conservador Ramón Castillo (1942-1943) habían mantenido la neutralidad, pero era seguro que el candidato oficial Robustiano Patrón Costas le declararía la guerra al Eje.
Esta circunstancia tuvo un enorme peso en las Fuerzas Armadas, sobre todo en el Ejército, donde la posición favorable a mantener la neutralidad era mayoritaria.
[20] El golpe se decidió el día anterior en una reunión en Campo de Mayo dirigida por los generales Arturo Rawson y Pedro Ramírez.
Farrell se excusó de participar del grupo golpista invocando razones personales cuando fue invitado por el general Rawson, y Perón no pudo ser hallado.
[24] En un primer momento todas las fuerzas políticas y sociales apoyaron el golpe, con mayor o menor entusiasmo, con la única excepción del Partido Comunista.
[25] Lo mismo sucedió con Gran Bretaña y Estados Unidos, que recibieron el golpe «con gritos de satisfacción», según refiere sir David Kelly, embajador británico en Argentina en ese momento.
Esta heterogeneidad era mantenida bajo control por el liderazgo indiscutido que el general Agustín Pedro Justo tenía en el ámbito militar.
Potash opina que jugó un rol importante en su organización pero compartido con otros líderes como Ramírez, González y Montes.
[42] Rawson eligió su gabinete incluyendo tres amigos personales ligados al régimen depuesto y de reconocida pertenencia derechista, el general Domingo Martínez, José María Rosa (hijo) y Horacio Calderón, que fueron rechazados en forma terminante por los mandos militares, que funcionarían permanentemente en estado deliberativo a lo largo de la revolución, cuando se los comunicó.
Asumió entonces la presidencia el general Pedro Pablo Ramírez, precisamente quien había desencadenado el golpe al ser removido por Castillo luego de su reunión con los radicales para ofrecerle la candidatura por la Unión Democrática.
[51] En esos primeros meses también se produjo el incidente que llevaría a la renuncia del ministro de Relaciones Exteriores Segundo Storni.
Para ocupar este último cargo, a su vez, Ramírez designó un miembro del GOU, el coronel Luis César Perlinger, un nacionalista católico-hispanista que al año siguiente encabezaría la reacción de derecha contra el dúo Farrell-Perón.
El primer paso lo dieron los dirigentes de la CGT N.º 2, encabezados por Francisco Pérez Leirós, quienes se entrevistaron con el Ministro del Interior, general Alberto Gilbert.
La persona elegida para el contacto inicial fue el coronel Domingo Mercante, hijo de un importante dirigente sindical ferroviario y miembro del GOU.
Perón intervino personalmente en el conflicto, presionó a las empresas para que realizaran un convenio colectivo con el sindicato (el primero en el sector) y obtuvo la liberación del dirigente comunista.
Esa misma noche los jefes de las guarniciones cercanas a Buenos Aires se presentaron ante Ramírez y le exigieron la renuncia.
El 29 de febrero por la tarde veintiún generales comenzaron a reunirse para analizar una salida electoral (entre ellos estaban Arturo Rawson, Manuel Savio, Elbio Anaya, etc.).
El 4 de marzo Ramírez le encomendó al dirigente político radical Ernesto Sammartino organizar un levantamiento civil, que no prosperó.
[89] Los británicos sostenían que Estados Unidos distorsionaba intencionalmente los hechos al presentar a la Argentina como un «un peligro» para la democracia.
La cárcel construida en 1904 había sido declarada inhabitable y hacía 10 años que estaba como depósito sin presos.
Ya en octubre del año anterior la dictadura había solicitado una reunión a la Unión Panamericana para considerar un rumbo de acción común.
El 19 de mayo llegó a Buenos Aires Spruille Braden, el nuevo embajador norteamericano que se desempeñaría en el puesto hasta noviembre del mismo año.
[112] Según el embajador británico, Braden tenía «la idea fija de que había sido elegido por la Providencia para derrocar al régimen Farrell-Perón».
Durante la campaña electoral el gobierno sancionó el decreto-ley 33.302/45 creando el Sueldo Anual Complementario (SAC) y otras mejoras laborales.
Las organizaciones patronales resistieron abiertamente la medida y al finalizar diciembre de 1945 ninguna empresa había pagado aún el SAC.
En respuesta la CGT declaró una huelga general, que fue respondida a su vez por el sector empresario con un lock-out en las grandes tiendas comerciales.
De lado antiperonista, la derrota fue particularmente decisiva para los partidos Socialista y Comunista, que no lograron ninguna representación en el Congreso Nacional.