Antes del viaje, Pinedo había sido elegido por primera vez diputado nacional por la Capital Federal, obteniendo más votos que cualquier otro candidato por el socialismo, a excepción de Juan B.
Gracias al resultado, se incorporaron a la cámara de Diputados Gonzales Iramain, Giusti, Pinedo, Muzzio, Bunge y Zaccagnini.
La lucha política contra el gobierno no evita que las dos fracciones socialistas se agravien desde las páginas de sus diarios, La Vanguardia y Libertad.
Por primera vez desde 1862, cuando Bartolomé Mitre asumió la Presidencia de la Argentina, un levantamiento armado lograba derrocar a la autoridades constitucionales.
Coincidiendo con los comicios que se habían realizado ese año, en los que los partidos opositores lograron una amplia recuperación y consiguieron triunfos en Córdoba (Partido Demócrata) y Capital Federal (Socialista Independiente), comienzan a trascender versiones sobre la preparación de una asonada militar.
Sánchez Sorondo sugiere que los socialistas independientes coordinen el accionar de las fuerzas opositoras y busquen el concurso de los partidos provinciales (en esa época los partidos conservadores actuaban como fuerzas provinciales que se agrupaban en confederaciones en las elecciones presidenciales).
Compartieron la tribuna Antonio de Tomaso, Federico Pinedo, Héctor Gonzales Iramain con Rodolfo Moreno y Aguirre Cámara.
Entre los meses transcurridos desde las primeras reuniones políticas y la publicación del “Manifiesto de los 44” la situación se había agravado.
Los partidos resuelven encomendar al conservador Antonio Santamarina y a Federico Pinedo una última gestión, ante la dureza del general Uriburu.
En casa del diputado conservador Manuel Fresco, en Morón, se reunieron los dirigentes políticos que respaldaban el golpe.
Según Pinedo, en un reportaje para la biblioteca oral del Instituto Di Tella, estaban bastantes desactualizados y poco comprendían sobre los nuevos problemas que se vivían en el mundo.
Ese mismo día, en un acto de su antiguo Partido Demócrata Progresista, la Federación era atacada mientras se elogiaba al gobierno.
La reacción del gobierno fue que coincidir en algunos puntos con la delegación de la Federación no implica renunciar a proponer otras reformas.
Por otra parte, los dirigentes de la Federación Democrática, que tenían una audiencia con el presidente dos días después, resuelven no concurrir.
Se fundamentaba en razones prácticas (la estructura de la Federación era más idónea para agrupar a los partidos opositores al Yrigoyenismo).
El congreso tendría que declara inelegible al candidato que no reuniera las condiciones necesarias para ser presidente, y si no lo hiciera cometería el también un acto ilegal y se expondría a que su decisión arbitraria fuera desconocida por quien tuviera poder suficiente para oponerse a un actor abusivo...El gobierno provisional, que ha vetado a destiempo y sin atribuciones a un candidato a presidente y al radicalismo “del City”, (por el hotel donde residía Alvear) que ha proclamado y mantenido, no obstante todos los llamados a la razón, una candidatura inadmisible, han procedido igualmente mal, y no cabe por eso duda de que tanta dificultad tendrán estos para justificar su proceder con razones valedera, como las que ha tenido el gobierno para dar aparente fundamente a su arbitraria resolución...Toda la prensa libre y toda la opinion ilustrada ha juzgado inadmisible la argumentación del gobierno provisorio, basada en precedentes traídos de los cabellos.Al día siguiente, Pinedo se ocupaba de otro grave acontecimiento institucional, como fue la anulación de los comicios celebrados en Buenos Aires el 5 de abril de ese año, ganados por la fórmula encabezada por Honorio Pueyrredón.
Para vicepresidente, Julio Roca reunió con el Partido Demócrata Nacional 196 electores, frente a 122 de Repetto y 53 del antipersonalista Matienzo.
No obstante haber sido Pinedo el desafiante, descalificó los lances caballerescos diciendo que eran «una fantochada de irracionales».
Federico Pinedo prepara rápidamente medidas para afrontar la crisis, presentadas al Congreso el 25 de septiembre.
Pinedo —que ya tenía diferencias con el gobierno por su política exterior «neutralista»— renunció ese mismo día.
[13] Pinedo, como otros dirigentes asociados al oficialismo como Rodolfo Moreno, gobernador de Buenos Aires, y Julio Argentino Roca (h), abogaban por la eliminación del fraude electoral, mediante un acuerdo con el radicalismo, y por lo tanto se enfrentaron al gobierno de Ramón S. Castillo.
Pinedo, en síntesis, trasmite al lector lo siguiente: Tenemos un país relativamente próspero, pero bastante atrasado y pobre si lo comparamos con los Estados Unidos.
Publicada la obra "En tiempos de la República" en 1949, donde Pinedo repasa su carrera política desde sus inicios en el socialismo hasta 1943, participa en cuanta tribuna se le ofrece.
El diario La Prensa, aún no confiscada, publica sus colaboraciones sobre temas económicos y sus artículos contra la reforma constitucional de 1949.
No cree que deban exigirse gestos al gobierno y plantear treguas o tratados de paz.
No exige ni pide la renuncia del presidente Perón, postura opositora que malograr otro intento de pacificación en 1955.
Pinedo escribe como demócrata, incluso emplea el tradicional término de correligionarios, por lo que se infiere su afiliación al partido.
Para eso, alienta al Partido Demócrata a levantar decididamente y sin complejos, la bandera de la economía libre.
A pesar de que Vicchi lideraba la corriente mayoritaría dentro del partido, tiene inconvenientes para lograr los votos suficientes para aprobar la candidatura, pues se suman al sector de Jorge Mariano Almada convencionales que hasta ese momento respondían al presidente del partido.
Se obtiene así, los créditos del Banco Mundial que posibilitan terminar en poco tiempo con el racionamiento eléctrico.