Adoptó una postura de abierta oposición al gobierno radical liderado por Hipólito Yrigoyen, participando en el golpe cívico-militar que lo derrocó en 1930.
En 1931 integró la Concordancia, junto al Partido Demócrata Nacional y la Unión Cívica Radical Antipersonalista, una alianza electoral que llegó al poder en elecciones ilegítimas, con el liderazgo del general Agustín Pedro Justo y se mantuvo hasta que fue derrocada por la Revolución del 43.
Entre sus militantes de renombre se encuentra Roberto Noble, fundador del diario Clarín (periódico).
El primer consejo directivo fue integrado por Pinedo, José Rouco Oliva, César Cichero, Roberto Giusti, Antonio Zaccagnini, Miguel Pizza, Jacinto Boix, Luis Poggi y Juana Begino (novedad para la época que una mujer integrara un puesto tan alto dentro de un partido), los suplentes fueron Gregorio Beschinsky, Carlos Kelly, Paoulucci y Farreres.
En los comicios del 2 de abril, donde Yrigoyen duplica los votos del candidato antipersonalista Leopoldo Melo y es electo presidente de la Nación, los radicales obtienen en Buenos Aires 127 mil votos, los socialistas independientes 50 mil, y consiguen la minoría al superar por 5 mil votos a sus antiguos correligionarios del PS.
Se incorporan a la Cámara de Diputados: González Iramian, Giusti, Pinedo, Muzio, Bunge y Zaccagnini.
El siguiente conflicto se plantea cuando Yrigoyen designa intendente municipal a José Luis Cantilo, durante el receso del Congreso, y luego no solicita acuerdo del Senado, como establecía la ley orgánica municipal; los socialistas independientes querellan al intendente por usurpación de funciones.
No hay ni siquiera gobierno de partido: hay el dominio tiránico de un hombre tolerado con resignación por un conglomerado heterogéneo sin vida propia y auténtica que se titula partido".
La lucha política contra el gobierno no evita que las dos fracciones socialistas se agravien desde las páginas de La Vanguardia y Libertad.
Para Giusti: "La mayoría oficialista superó este año en la cámara de diputados su obstinada prepotencia del período anterior, cerrando todos los caminos de la legalidad [y] no hay sesiones ordinarias en el congreso, la UCR boicotea las sesiones no dando quórum, Se votan los decretos de intervención a Mendoza y San Juan junto con Entre Ríos, en la penúltima sesión ordinaria”.
En los discursos, De Tomaso, Pinedo y Bunge critican con dureza la situación económica.
La propuesta será consolidar un bloque opositor, al que más tarde esperan sumar a los antipersonalistas.
Incluso dentro del PSI se escucha una voz crítica: es el sindicalista Agustín S. Muzio que decide regresar al PS.
La dirigencia del PSI convocó a sus afiliados para cumplir con este designio .Aquellos que contaban con militancia en los movimientos estudiantiles fueron convocados para lograr el respaldo universitario, que preocupaba especialmente a los militares golpistas.
Roberto J. Noble logrará movilizar a varios grupos universitarios en el proyecto del golpe.
Antes del golpe se acuerda una reunión final en Crítica y, esa noche, entre más de 50 importantes referentes conservadores y radicales antipersonalistas, aparecen De Tomaso y José Rouco Oliva, que acuerdan aportar su presencia en los barrios para que apareciera “una cantidad importante de pueblo” en el movimiento.
En Palermo se agrupan Bernardo Sierra, Jacinto Boix, Gregorio Beschinsky, Fernando de Andreis y el mismo Rouco Oliva y se les suma un grupo de afiliados que "trabajaba las unidades palermitanas" con éxito.
También dirigentes del partido aparecen en las distintas unidades militares repartidas a lo largo del Gran Buenos Aires, como en Campo de Mayo, en el Colegio Militar, los cuarteles de Liniers y otros.
Pero ante la incertidumbre producida por el derrocamiento de Yrigoyen, el PSI se muestra reflexivo y moderado: no caen en la euforia y, con prontitud, en un manifiesto piden respeto por los vencidos exhortando a "que no se desaten odios políticos infecundos".
Los dirigentes del PSI sabían que después de romper el sistema institucional y democrático debía ser reconstruido y, sin Yrigoyen, la ecuación del poder sólo puede consolidarse a través de alianzas.
Al poco tiempo el gobierno de Uriburu reflota su proyecto corporativista, rompe sus acuerdos con sus antiguos asociados.
Las fuerzas tradicionales de la política partidaria y los socialistas independientes decidieron enfrentar cualquier intento corporativo del presidente provisional.
El PSI, con el aval de Agustín P. Justo, y la ayuda del diario Crítica, ataca frontalmente al gobierno desde la tribuna pública y la prensa nacional, y se instala en un protagonismo que no ayuda a las negociaciones del resto de la Federación, en especial los conservadores de Buenos Aires, frente a Uriburu.
En Crítica, De Tomaso escribe que el gobierno no debe "modificar la Constitución ni la Ley Sáenz Peña”.
Lentamente el PSI se aleja de las decisiones estratégicas del grupo.
Desde Libertad, De Tomaso defiende a Crítica, e inmediatamente el gobierno también lo clausura.