La poesía en Ecuador ha tenido un desarrollo extenso a lo largo de toda su historia desde el siglo XVI.
Además los temas que incluye han sido filosóficos, religiosos, políticos, sociales y esotéricos.
Las publicaciones de los poemas se han realizado frecuentemente en otros países, preferentemente en Europa, ya sea porque los poetas fueron exiliados, porque eran diplomáticos o simplemente porque buscaban mayor audiencia.
Sin embargo también destacaron autores que publicaron dentro de Ecuador y se enfocaron en el medio local.
[1] Durante este siglo vivió la santa Mariana de Jesús Paredes, quien tenía afinidad por las artes y también se conocen tres coplas suyas.
[5] En este siglo también existieron varias escritores religiosos como la poetisa sor Catalina de Jesús Herrera.
Los críticos literarios han investigado las posibles razones sin llegar a un consenso que explique los motivos de Velasco.
[15] Su obra se caracteriza por los versos de ingenio, muchas veces divertidos, burlones y que buscan la agudeza.
La épica abundan personajes mitológicos y es un precedente de la poesía neoclásica que se desarrollaría el siguiente siglo.
[18][19] Entrado el siglo XIX empieza el fin de la ilustración y también se llevan a cabo las independencias.
Sus poemas más destacados por los que es recordado, son duda "Noches de dolor en las montañas", y "Odisea del alma".
[26] Sin embargo, en su caso la política no influenció grandemente su obra que más bien se caracteriza por un marcado pesimismo romántico.
Su poesía mantiene una temática bucólica alrededor de la vida en el campo y su obra más famosa se llama simplemente "Mi Poema".
Mediante sus versos, este grupo de poetas llegaron a la sensibilidad popular con temáticas como la desigualdad, el amor y la muerte; esta última los marcaría llevándolos a los cuatro al suicidio en la década del 20 y que la cultura popular los nombraría con el sobrenombre de "la generación decapitada".
[33] Su obra es extensa y abarca cerca de seis décadas en las que publicó sus poemarios en distintos países, hasta su muerte en 1978.
Su vida y obra fue paralela a la de Carrera Andrade: ambos fueron diplomáticos, poetas, miembros del partido socialista; sin embargo, hay una principal diferencia y se debe al hermetismo que caracteriza a la poesía de Escudero.
Esto es principalmente porque su obra en prosa no es tan abundante como la de Carrera Andrade, lo que hace más difícil abordarla desde sus propias coordenadas y saber explícitamente sus ideas.
Ahí entablaría amistad con los escritores como Max Jacob, Jean Cocteau, Jules Supervielle, y Henri Michaux.
[38] En el segundo caso, Aurora enfocó su poesía en lo social, en la lucha y el papel de la mujer en su entorno.
[39] Como un autor en la transición entre las vanguardias y los escritores de la segunda mitad del siglo XX destacaría César Dávila Andrade.
Considerado como el más alto poeta que ha dado el Ecuador, después de Jorge Carrera Andrade, solo en sentido cronológico.
Su poesía va desde temas sociales hasta místicos, influenciados por su interés en las filosofías orientales y los saberes esotéricos.
Dejaría incompleta su obra ya que su intención original fue escribir ocho volúmenes, y terminaría publicando cuatro.
Su poesía fragmentaria de esta segunda etapa estaría cargada por juegos lingüísticos y recuperación del hablas conversacionales triviales.
Durante su vida alternaría sus escritos literarios con investigaciones históricas y su trabajo como paleógrafo, hasta que decidiría dedicar las últimas décadas de su vida a escribir un poema épico y religioso titulado Parusía que vería su edición final en 1985.
[44] A juicio del crítico Hernán Rodríguez Castelo: "La valoración definitiva solo la dará con el paso de los años la crítica futura, porque Parusía es una epopeya formal de tema audaz, con respuestas a las grandes incógnitas que plantean los novísimos cristianos.
Fue ponderado por Rodríguez Castelo en la antología de la lírica ecuatoriana, calificándolo como poeta "deslumbrador y desgarrador".
Está dividida en tres partes, con cerca de ocho mil versos: Scorpio, Himno a Sydia y Cantos boreales.
A todo esto se suma Francisco Granizo con la publicación de Nada más que el verbo en 1969.