Gonzalo Zaldumbide

De él heredaría su aptitud por las letras y sus inclinaciones políticas (aunque su obra se centra exclusivamente en temas literarios).En 1902 junto a Manuel María Sánchez, Alberto Gómez Jaramillo y Alfonso Moscoso funda la Sociedad Jurídico - Literaria donde publicaron la Revista de esta asociación donde demostró su talento poético.Durante este tiempo publica "El Anarquista" y colaboró con la revista de la “Sociedad Jurídico – Literaria”.[4]​ Influenciado por el modernismo y en 1926 publicó “Cardiograma de una generación” sobre Medardo Ángel Silva.Un año más tarde fue enviado a Washington bajo el contexto del conflicto limítrofe con Perú.Durante este año además criticó la obra del poeta Remigio Crespo Toral.[7]​ Además, durante su estancia en París recibió e introdujo a Alfredo Gangotena al mundo literario de ese entonces, según el estudio desarrollado por Cristina Burneo.[12]​ Tres años más tarde regresaría a Sudamérica como Ministro Plenipotenciario en el Perú.[13]​ Para el año 1940, su labor diplomática se desplegaría en Colombia y posteriormente en 1942 sería enviado a Brasil donde estuvo tres años.Lo segundo porque se pelaría con otro crítico literario importante de su país, Benjamín Carrión, quien sería el que tomaría la posta y ganaría mayor protagonismo en las décadas posteriores.[15]​ Con Rodó, el autor uruguayo tendría admiración literaria y gratitud por su estudio de Juan Montalvo que popularizaría su obra en Sudamérica.De esta manera, formaría un canon de autores que consideraba clásicos, lo que consolidaría en su publicación titulada justamente, "Cuatro grandes clásicos americanos", donde incluye a Villarroel en el siglo XVII, Aguirre en XVIII, Montalvo en XIX, así como un estudio de José Enrique Rodó, impulsor del arielismo en el siglo XX.[10]​ Dos años más tarde pronunció un discurso en Quito titulado “Homenaje a Carlos V en el cuarto centenario de su muerte” y en 1959 escribiría otro discurso en honor “Carlos Montúfar, mensajero de conciliación enviado tarde”.[3]​ Estos cuentos muestran la influencia ya de Gabriele D'Annunzio por su prosa encendida, con una riqueza poética característica.Así la formación de mi gusto fue influida por la magnificencia del estilo d’annunziano”.[23]​ Durante estos años europeos recibió buenas críticas, sobre todo de Rafael Cansinos Assens, y continuaría sus escritos como crítico con su ensayo "Lo que fue el simbolismo" en 1911 y tres años más tarde escribiría "Las vicisitudes del descastamiento".Por un lado por su formación muchas veces europea se sentían separados del resto de gente en América Latina, sin embargo, al vivir en el Viejo Continente, no dejaban de ser extranjeros."[26]​ Por último, en esta fértil época de su vida también estudiaría a Juan Montalvo, buscando dar mayor difusión a su obra, puesto que en el siglo anterior Juan León Mera había sido el escritor más conocido, mientras que Montalvo, por sus exilios y la erudición de sus escritos era considerado un autor difícil y sus libros llegaron a ser prohibidos por la iglesia.Por último, en sus años finales se dedicaría a su novela de juventud titulada Égloga trágica.[28]​ A juicio del crítico literario Enrique Ojeda, sus publicaciones iniciales tituladas "El regreso" serían solo el primer capítulo de su obra escrita en cuatro actos y en este época, habiendo enviudado joven y jubilado del servicio exterior se dedicaría a completar su obra.Dicha propiedad había quedado al cuidado del tío, por razones tristes puesto que sus familiares cercanos, padres y hermana han muerto.[24]​ Muchos años después, Eliécer Cárdenas haría referencia dentro de su novela El Pinar de Segismundo, a Égloga Trágica, imaginando un escenario ficticio en el que habría un complot para robarse los manuscritos a Zaldumbide y evitar que publique su libro.No se consideraba como un autor modernista sino clásico, trazando la distinción por la importancia del arte por el arte que tenía en el primer grupo, en contraste con la centralidad de los conceptos que siempre caracterizó en su obra.Como escritor, no solo cuidaba el estilo llegando al preciosismo, sino también mostraba su inteligencia.El estilo de Zaldumbide fue reconocido en una publicación por Miguel Ángel Astudillo donde lo destacó como un prosista completo que llenó sus escritos con una imaginación profunda y sentimiento, inteligencia, y estética verbal al expresarse.
Zaldumbide en 1933
Gonzalo Zaldumbide en 1929
Fragmentos de la novela Égloga Trágica publicado en la revista Mundo Hispánico.
Gonzalo Zaldumbide en 1956