Un pecio puede ser producto de un accidente marítimo, naufragio o catástrofe natural, pero también puede ser ocasionado por abandono, hundimiento intencional (por ejemplo, crear un arrecife artificial), descuidos o negligencias.
En un sentido amplio, se incluye toda la obra portuaria, los desechos industriales, desperdicios, objetos abandonados, y otros restos sumergidos o semisumergidos que aporten información relevante de la actividad humana en un entorno geográfico e histórico determinado.
Un pecio debe ser considerado, por tanto, en un contexto arqueológico subacuático.
Es frecuente encontrar su ubicación en las cartas náuticas marinas.
Estos son algunos de los pecios más conocidos: