Posteriormente surgió su vocación eclesiástica y prosiguió sus estudios en el Seminario Diocesano de Pamplona hasta su ordenación sacerdotal.
[4] Durante los años de la Segunda República Irurita fue descrito como un clérigo reaccionario,[5] integrista[6] y ultraconservador.
[8] No obstante, dos días antes de esta visita había atribuido a la República un «significado catastrófico».
[9] A medida que la separación entre el Estado republicano y la jerarquía católica se hizo cada vez más grande, Irurita se hizo especialmente crítico con la política religiosa de las autoridades republicanas.
[14] La versión oficial dice que logró ocultarse en el domicilio del joyero Antonio Tort en la calle Call n.º 17,[5] el cual también había dado acomodo a las religiosas Carmelitas de la Caridad Elvira Ruiz y Micaela, Montserrat Sabanes y María Torres.
[5] Según la versión oficial, Irurita fue fusilado en las tapias del cementerio de Moncada dos días más tarde.
[16] Pero en 1964, el papa Pablo VI, después de consultar a los obispos españoles, decidió introducir una moratoria en esos procesos, especialmente para evitar interpretaciones políticas que pudieran instrumentalizar la decisión exclusivamente espiritual de la Iglesia.
[29] Para Bada también resulta extraño que en octubre de 1937, cuando se nombró a siete administradores apostólicos para suceder a obispos asesinados, la diócesis de Barcelona quedase vacante, y también el hecho que no se volviera a nombrar obispo de Barcelona hasta una fecha tan tardía como 1942.
[39] Un estudio geneaógico realizado por los historiadores Juan José Martinena, Luis Javier Fortún y Teresa Alzugaray permite afirmar con certeza que el cadáver recuperado en 1940 en una fosa común y trasladado a la catedral de Barcelona corresponde al obispo Irurita, —y que por tanto fue fusilado—.