Fue uno de los trece obispos asesinados en la zona republicana durante la Guerra Civil Española, víctima de la persecución religiosa y política.
El 1907 ingresó en la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri.
En 1928 había sido nombrado hijo adoptivo de Vich.
[1] Al estallar la Guerra Civil en julio de 1936 se refugia en casa de unos amigos en la misma ciudad, pero al saber que muchos sacerdotes y seglares católicos estaban siendo sistemáticamente detenidos, se entregó voluntariamente a las autoridades revolucionarias, que lo recluyeron en la cárcel de Lérida, de la que fue extraído, y junto con una veintena de personas, trasladado al cementerio de Lérida y allí, asesinado.
El 26 de junio de 2011 el papa Benedicto XVI promulgó el decreto por el que se aprueba su martirio, último paso antes de beatificarlo.