[1] En 1994 la Madre Rafols fue beatificada por el papa Juan Pablo II.
En 1803 tuvo una ocasión de realizar duras tareas benéficas con motivo del desastre que se produjo en torno a Barcelona.
En el mismo año conoció al Padre Juan Bonal, que fue durante muchos años su director espiritual.
[1] En 1807 esa primera comunidad religiosa se prolongó en un principio a Huesca.
[1] Atendió a los prisioneros e intercedió por ellos, logrando en algunos casos su libertad.
Tras la marcha de los franceses, en 1813 volvió a dirigir la Inclusa o Asilo-Cuna del Hospital que cuidaba a los niños huérfanos o sin hogar,[2] En 1826 fue elegida de nuevo superiora hasta 1829.
Dos meses después fue puesta en libertad, y al año siguiente obtuvo sentencia eximiéndola de culpabilidad, pero fue desterrada a su pueblo natal.
[1] Se retiró en 1845 por tener su salud resentida y pasó una temporada en Belver de Cinca, Huesca.[1].
Con la llegada de la II República se difundieron nuevos escritos proféticos atribuidos a la Madre Rafols.
[1] Se inició una causa de beatificación que Pío XII suspendió en 1944.
Hay un hospital que lleva su nombre, abierto por un convenio entre la Iglesia y el Gobierno tras décadas de paro.