Sin embargo, en la guerra franco-prusiana de 1870, Baviera se puso del lado de Prusia contra Francia y, tras la victoria prusiana, pasó a formar parte del nuevo Imperio alemán, compuesto por 22 monarquías, encabezadas por la monarquía prusiana, cuyo rey se convirtió en Deutscher Kaiser ('emperador alemán').
Sin embargo, Baviera conservó un alto grado de autonomía en algunos asuntos dentro del Imperio, que se llamó Reich.
En la nueva Constitución Imperial, Baviera pudo asegurarse amplios derechos, en particular en lo que respecta a la soberanía militar.
Baviera mantuvo asimismo los uniformes de infantería celestes, el Raupenhelm (hasta 1886), la caballería ligera y algunas otras peculiaridades.
Esta extravagancia fue utilizada en su contra para declararlo loco, acusación que desde entonces ha sido objeto de controversia.
Su nombre completo era Ludwig Otto Friedrich Wilhelm; español: Luis Otón Federico Guillermo.
Como muchos herederos jóvenes en una época en la que los reyes gobernaban la mayor parte de Europa, a Luis se le recordaba continuamente su estatus real.
Su madre era una gran montañista y solía llevar a sus hijos de excursión por la zona.
En una carta posterior escrita a su primo segundo Rodolfo de Habsburgo cuando Luis tenía 30 años, le comenta sobre la mala relación que existía entre padre e hijoː "Mi padre siempre me trató con superioridad, sus palabras siempre fueron frías y poco llenas de gracia".
[4] Por otro lado, su madre, la reina María trató de cuidarlo ella misma, en la medida en que los diversos deberes reales se lo permitían.
Cuando estaba ausente, le escribía cartas a su hijo con regularidad y compraba muchos juguetes, pero su relación se fue deteriorando conforme el príncipe Luis iba creciendo.
Más tarde, Luis se referiría a su madre como "la consorte de mi predecesor".
Paralelamente, el príncipe había iniciado una amistad con su prima, Isabel de Baviera, más conocida como Sissi.
Sin embargo, la euforia inicial no duraría mucho, dado que en una retrospectiva, hecha por él mismo en 1873, dijo: "Me convertí en rey demasiado pronto.
No le gustaban las audiencias públicas y evitaba los eventos sociales formales siempre que fuera posible.
Su madre había previsto estas dificultades para su hijo cuando en su niñez demostró ser extremadamente introvertido y creativo, pasando mucho tiempo soñando despierto.
Todavía hoy se lo recuerda en Baviera como "Unser Kini" ('nuestro querido rey' en el dialecto bávaro).
[8] En mayo de 1866, el antagonismo entre Prusia y Austria en la Asamblea Federal llegó a un punto crítico.
Las dos potencias movilizaron sus fuerzas cuando Austria finalmente quiso imponer un nuevo regente en Schleswig y Holstein.
[9] Durante la guerra que solo dura siete semanas, Austria no logró unir los ejércitos de los Estados aliados al gobierno federal bajo un mando común, ya que los ejércitos de Baviera y Hannover protegían solo sus propios territorios.
En cambio, a pesar de ser numéricamente inferiores, las tropas prusianas lograron ocupar rápidamente Hannover y Sajonia.
En Múnich, los ministros se culpaban los unos a los otros sobre el liderazgo militar que los llevó a la derrota, pero la realidad era que el ejército bávaro se hallaba en un estado deplorable al comienzo de la guerra.
Tuvo siempre como ideal los reyes absolutistas y quiso reconciliar a los Estados alemanes.
Pronto surgieron dos problemas: la expectativa, siempre frustrada, de engendrar un heredero y las relaciones con Prusia.
Su amistad, sin embargo, sí fue muy estrecha, reforzada por su afición por la hípica, la música y la naturaleza.
Al atardecer, Luis pidió pasear por los alrededores del lago con su médico psiquiatra Gudden (quien le había diagnosticado una esquizofrenia paranoide).
Para la construcción de este palacio, el rey exigió exclusivamente trabajadores y materiales bávaros, sin apenas importaciones.
En esto perpetuaba la tradición de su familia, que había construido grandes avenidas en Múnich y castillos por toda Baviera.
Luis II gastó su fortuna familiar para la construcción de estos castillos, contrariamente a lo que se piensa, sin arruinar las arcas del Estado.
Dicen que se trataba probablemente del rey más cercano a los cuentos de hadas: admiraba estos relatos desde su infancia.