El concepto contrario es conocido como «Pequeña Alemania» (Kleindeutschland), constituyendo ambas las dos soluciones propuestas para la cuestión alemana.
Con la fundación del Imperio alemán en 1871, que no incluía a Austria, fue puesta en práctica la Kleindeutschland.
Uno de los obstáculos principales para hacerlo realidad era la numerosa población húngara y eslava del Imperio austríaco (incluyendo polacos, checos, eslovacos, ucranianos, eslovenos, croatas y serbios) que no tenían ningún deseo de unirse al Imperio alemán.
Sin embargo, esto habría requerido el desmembramiento del Imperio austríaco, y los checos de todos modos rechazaron la idea.
Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial, todas estas tierras fueron nuevamente desmembradas por la fuerza por los países vencedores.