El feminismo de la igualdad es una teoría feminista y un movimiento social que tiene como objetivo conseguir la igualdad entre hombres y mujeres y plantea que para ello no es suficiente la igualdad formal o legal sino que es necesario establecer un nuevo contrato social.
Todos estos feminismos señalan que hombres y mujeres son originariamente seres humanos.
En España entre las feministas de la igualdad destacan Celia Amorós, Amelia Valcárcel, Victoria Sau y ecofeministas como Alicia Puleo.
En América Latina se enmarcan en el feminismo de la igualdad Marcela Lagarde y Rita Segato en México, María Luisa Femenías en Argentina o Alda Facio en Costa Rica, Elida Aponte en Venezuela.
En un primer momento, que abarca la «segunda ola» (desde los años sesenta hasta principios de los ochenta) es posible distinguir tres líneas principales del feminismo: la radical, la socialista y la liberal.
[3] En 1979 surgió en las II Jornadas Feministas de Granada el debate entre igualdad y diferencia.
Hablar de valores femeninos resulta peligroso, pues equivale a admitir que tienen origen en la biología, dando la razón a las tradicionales concepciones esencialistas o biologistas.
[cita requerida] Las mujeres que adhieren a la igualdad, rechazan este sistema social por ser una sociedad de opresión, de modo que luchan contra este orden social opresor para sustituirlo por nuevas relaciones sociales, donde desaparecería lo genérico - el hombre y la mujer en tanto géneros - y se constituiría una sociedad de sujetos plenos, sin valores «masculinos» y «femeninos».
Este planteamiento es muy cercano al socialismo, en cuanto a la lucha por la paridad.
Las defensoras de la igualdad niegan la existencia de valores femeninos y señalan que la única diferencia válida es la que tiene su origen en la opresión: En relación con la sexualidad, el feminismo de la igualdad reivindica el derecho al placer sexual por parte de las mujeres, denunciando que la sexualidad femenina ha sido históricamente negada por la supremacía masculina y ponen en entredicho todo lo que limita, reprime y oprime la sexualidad femenina, así como la exigencia a la heterosexualidad.
Han promovido, además, un cambio en las mentalidades y en las relaciones entre los sexos en el ámbito de lo privado, exigiendo una igualdad efectiva en el terreno de la dedicación a la familia y a los hijos.
Asimismo, ha combatido manifestaciones de violencia hacia las mujeres, violaciones, malos tratos domésticos.
La reivindicación es un hecho histórico, que fue influido por la evolución constante de las relaciones sociales.