[1] La federación tuvo numerosas reformas económicas, incluida la privatización y la liberalización comercial, debido al colapso del comunismo.
Aunque la economía es mucho más estable en comparación con la década de 1990, la inflación sigue siendo un problema para Rusia.
Abrir los mercados internos al comercio exterior y la inversión, vinculando así la economía con el resto del mundo, fue una ayuda importante para alcanzar estos objetivos.
A esto se unió la baja en los precios del petróleo, su principal fuente de divisas.
Los cuerpos de planificación regional luego perfeccionaron estos objetivos para las unidades económicas, como las empresas industriales del Estado y las granjas estatales (sovjoses, cantar,.
La planificación central operaba en el supuesto de que si cada unidad cumplió o excedió su plan, entonces la demanda y la oferta se compensarían.
[5] La crisis que se vivía en el país, donde el producto interior bruto había descendido a la mitad, la corrupción era generalizada, la esperanza de vida había descendido ostensiblemente, los servicios básicos como la sanidad y la educación se derrumbaban y escaseaba el alimento y el combustible mientras que la riqueza del estado, acumulada y construida en el período soviético,eran privatizadas quedando unas pocas manos que por adquirían las grandes empresas de la nación por capitales irrisorios mientras que la mayoría de la población padecía hambre debido a las reformas de mercado.
Yeltsin se deshizo de la Constitución vigente, prohibió la oposición política y prosiguió con su experimentación económica.
A mediados de década, el comercio, los servicios y la pequeña industria ya estaban en manos privadas.
Bajo el programa de estabilización, el gobierno permitió que muchos precios flotasen, elevó las tasas de interés hasta máximos récord, subió fuertemente nuevas tasas, bruscamente disminuidas por subsidios gubernamentales para la industria y la construcción, e hizo recortes masivos en el gasto estatal destinado al bienestar.
Estas políticas causaron privación generalizada, puesto que muchas empresas del estado se encontraron sin financiación.
También sostenían que solo estabilizando el presupuesto estatal podría el gobierno proceder a desmantelar la planeada economía soviética y crear una nueva Rusia capitalista.
Las muertes por infecciones y enfermedades parasitarias se incrementaron un 100 %, principalmente porque las medicinas ya no estaban al alcance de los pobres.
El ejercicio revela que hubo 3,4 millones de muertes prematuras rusas en 1990-98 plausiblemente atribuibles a las tribulaciones del poscomunismo.
La desigualdad social creció bruscamente durante la década con el Coeficiente de Gini, que llegó a alcanzar el 40 %.
La democratización abrió los canales políticos que permitían descargar esa frustración, de tal modo que se transformó en votos para los candidatos antireforma, especialmente para aquellos del Partido Comunista de la Federación Rusa y sus aliados en el parlamento.
Un tema constante en la historia de Rusia en esa década fue el conflicto entre los reformadores económicos y los hostiles hacia el nuevo capitalismo.
Como resultado, la inflación se convirtió en hiperinflación, y la economía rusa continuó cayendo en una sería depresión.
El gobierno utilizó un sistema de vales gratis como medio para dar un impulso inicial a la privatización en masa.
Junto con Berezovski, Mijaíl Jodorkovski, Román Abrámovich, Vladímir Potanin, Vladímir Bogdánov, Rem Viájirev, Vagit Alekpérov, Víktor Chernomyrdin, Víktor Vekselberg, y Mijaíl Fridman destacaron como los oligarcas más prominentes y poderosos de Rusia.
Actualmente, lo que queda de aquello son narcotraficantes y líderes del crimen organizado (ver también Mafia rusa).
Esta crisis financiera se produjo en el contexto del comienzo de una desaceleración económica mundial.
La inversión externa se precipitó fuera del país, y la crisis financiera provocó una fuga de capital sin precedentes en Rusia.
Este nombramiento devolvió la estabilidad política, porque se lo vio como un candidato comprometido capaz de arreglar las diferencias entre los grupos enfrentados en Rusia.
La política económica actual de Vladímir Putin está dirigida a fortalecer los cuatro «proyectos nacionales prioritarios»: vivienda, educación, sanidad y agricultura.
Rusia está entre los países con menos deuda respecto al PIB del mundo[cita requerida].
[27] Durante sus dos primeros mandatos, el gobierno ruso devolvió al control estatal los sectores económicos estratégicos monopolizados por los oligarcas, incluidos los hidrocarburos.
Muchas ayudas y créditos fiscales se conceden a las grandes empresas, incluidas las más rentables.
[28] Para 2019 Moody's había vuelto a aumentar la calificación crediticia de Rusia del nivel Ba1 al Baa3.
También elevó las tasas de interés al 20 % y prohibió a los extranjeros vender valores locales.