Manifestaciones de arte rupestre por parte del ser humano primitivo se encuentran igualmente en todos los continentes, desde Australia y África hasta América.
En la antigua Roma tuvo una gran importancia el sello grabado, y se crearon auténticas colecciones de entallas en gabinetes denominados «dactilotecas».
Tuvo varios discípulos y seguidores, como el «Maestro del monograma B. S.», Wenzel von Olmütz, Albrecht Glockendon e Israhel van Meckenem.
[23] Otra famosa escuela fue la de Bolonia, liderada por los hermanos Carracci (Annibale, Agostino y Ludovico), quienes desarrollaron un estilo clasicista que perduró durante el Barroco.
[67] Durante este período, la popularidad creciente del grabado y sus posibilidades propagandísticas fueron aprovechadas por numerosos gobiernos, que realizaban grandes tiradas en actos conmemorativos.
[90] En Roma, Pietro Santi Bartoli recogió la tradición aguafortista iniciada por Raimondi, con reproducciones de escultura clásica que fueron muy utilizadas en estudios académicos en tiempos posteriores.
Los primeros son algo vacilantes, pero con el tiempo adquirió una gran destreza en este medio, especialmente en los sombreados y la utilización de líneas entrelazadas para sugerir distintos tonos en los paisajes recreados.
[100] Cabe destacar también a los retratistas, cuya técnica se basaba en los grabadores de reproducción: Jean Morin, Claude Mellan, Robert Nanteuil, Gérard Edelinck, Michel Lasne.
[40] Varios pintores se dedicaron también al grabado, como Claude Vignon, Simon Vouet, Gaspard Dughet, Nicolas Mignard, Charles Le Brun, Laurent de La Hyre y Pierre Brébiette.
[112] En esta época se ensayaron nuevas técnicas de grabado: en 1704, Jacob Christoph Le Blon experimentó con la impresión en colores unida a las medias tintas; Jean-Charles François combinó el barniz blando y el rodillo en lo que llamó «grabado al estilo del lápiz», e intentó una aguada de aguafuerte al pincel cercana ya a la aguatinta, método que perfeccionó Jean-Baptiste Le Prince.
Fueron discípulos suyos: su hermano Juan Antonio Salvador Carmona, Fernando Selma, Rafael Esteve, Tomás López Enguídanos, Francisco Muntaner, José Gómez de Navia, Manuel Alegre y Luis Fernández Noseret.
[142] En Japón surgió un género de grabados sobre temas populares destinados a la clase media urbana japonesa que se desarrolló en el Período Edo (1603-1868).
Entre sus miembros figuraron Bracquemond, Corot, Daubigny, Millet, Meryon, Daumier y Delacroix, así como Gustave Courbet, Henri Fantin-Latour, Carlos de Haes, Johan Barthold Jongkind, Maxime Lalanne, Alphonse Legros, Édouard Manet, Théodule Ribot, etc. Su principal órgano fue la publicación Eaux-Fortes modernes.
Entre sus filas destacó en el terreno gráfico Johann Friedrich Overbeck, que fue un notable grabador, autor de treinta y seis talladulces sobre Los Evangelios.
[170] En Gran Bretaña predominó durante los primeros decenios del siglo el Romanticismo, que ya había tenido unos notables antecedentes en Füssli y Blake.
Este nuevo concepto fue recogido por la Société des Peintres-Graveurs, fundada en 1889 y dirigida por Félix Bracquemond, que reunía a pintores interesados también en el grabado como una muestra más de su actividad artística, entre ellos Edgar Degas, Auguste Rodin, Odilon Redon, James Tissot, Camille Pissarro, Mary Cassatt, Eugène Carrière, Marc Chagall, Édouard Vuillard, Henri Fantin-Latour y Albert Besnard.
[197] Su principal exponente en el terreno gráfico fue Paul Signac, autor de litografías en las que reflejó sus composiciones pictóricas, centradas en paisajes, retratos y escenas sociales.
Entre los artistas que participaron en esta iniciativa se encontraban: Odilon Redon, Eugène Carrière, Pierre Bonnard, Édouard Vuillard, Henri-Gabriel Ibels, Maurice Denis, Félix Bracquemond, Jules Chéret, Henri Fantin-Latour, James McNeill Whistler, Camille Pissarro, Pierre Puvis de Chavannes, Auguste Rodin, Pierre-Auguste Renoir, Paul Gauguin, Émile Bernard, Henri de Toulouse-Lautrec, Paul Signac, Théo van Rysselberghe, Paul Sérusier, Félix Vallotton, Constantin Meunier, Lucien Pissarro, Victor Prouvé, Walter Crane, Charles Ricketts, Antonio de la Gándara, Adolphe Willette, Auguste Lepère, Hermann-Paul y Jean-François Raffaëlli.
[211] Gauguin y Émile Bernard realizaron durante esta época diversas zincografías, que fueron expuestas en la exposición Peintures du Groupe Impressionniste et Synthétiste organizada en el Café Volpini de París en 1889.
Al año siguiente editó L'Album des peintres-graveurs, en el que participaron artistas como Albert Besnard, Jacques Émile Blanche, Pierre Bonnard, Maurice Denis, Henri Fantin-Latour, Armand Guillaumin, Hermann-Paul, Edvard Munch, Odilon Redon, Pierre-Auguste Renoir, József Rippl-Rónai, Théo van Rysselberghe, Jan Toorop, Félix Vallotton y Édouard Vuillard.
Su acercamiento al grabado fue tardío, una vez superado ya el cubismo y en un estilo neoclásico, como se percibe en sus aguafuertes para la Teogonía de Hesíodo (1931).
En sus obras reflejaban una temática personal e intimista con gusto por lo fantástico, deformando la realidad para acentuar el carácter expresivo de la obra.
Cabe destacar en el ámbito gráfico a Giorgio Morandi, un artista adscrito solo temporalmente al futurismo y de evolución personal.
Su estilo se caracteriza por el uso de amplias masas negras y líneas cortas e irregulares, en configuraciones paralelas o convergentes que crean los volúmenes.
[300] Adscrito de forma tardía al surrealismo, el cubano Wifredo Lam realizó litografías en las que fusionaba este estilo con ciertas tendencias cubistas.
Realizó preferentemente escenas de la vida cotidiana neoyorquina, preocupándose sobre todo en la descripción objetiva, sin valoraciones críticas o morales, aunque en ocasiones con cierto componente dramático.
En sus inicios trabajó como ilustrador para subsistir, período en el que se enmarcan sus series de aguafuertes Night Shadows (1921) y Train and bathers (1930).
[344] En los años 1960 surgió la Abstracción postpictórica, un movimiento abstractizante que desembocó poco después en el minimalismo, con obras de acusada simplicidad, reducidas a un mínimo motivo.
[362] En las últimas décadas del siglo la revolución informática propició la aparición de una nueva técnica, la estampa digital, en la que el diseño gráfico se hace por ordenador.
Esta nueva modalidad ha sido criticada por cuanto se basa casi totalmente en la tecnología informática y ha perdido, por tanto, el componente artesanal del grabado tradicional.