[6] Es durante esta época cuando surge propiamente el estilo del ukiyo-e, el cual reflejaba la vida e intereses de los estratos más bajos de la sociedad: comerciantes, artistas y rōnin, quienes estaban desarrollando su propio arte y literatura en zonas urbanas, como Edo (hoy Tokio), Osaka y Sakai, en un movimiento que se conocería posteriormente como ukiyo, el mundo flotante.
[7] Fue el novelista Asai Ryōi quien en el año de 1661 definió al movimiento en su libro Ukiyo-monogatari: «viviendo solo para el momento, saboreando la luna, la nieve, los cerezos en flor y las hojas de arce, cantando canciones, bebiendo sake y divirtiéndose simplemente flotando, indiferente por la perspectiva de pobreza inminente, optimista y despreocupado, como una calabaza arrastrada por la corriente del río».
Aquellas obras relacionadas con los viajes dieron lugar a guías turísticas que describían lo más destacado tanto de ciudades como del campo.
[7] Moronobu comenzó a reproducir grabados de una sola hoja en donde representaba flores, pájaros, figuras femeninas y escenas eróticas, del tipo conocido como shunga.
Este tipo de grabados eran realizados en negro sobre papel blanco, y el artista posteriormente debía añadir a mano los distintos colores.
A finales del siglo XVIII se desarrollaron las técnicas necesarias para la impresión de diseños polícromos,[6] conocidos como nishiki-e.
[10] Posteriormente el artista, llamado eshi, llevaba la obra a un horishi, o grabador, quien pegaba el dibujo sobre un panel de madera, generalmente de cerezo,[9] y eliminaba todo al ir tallando cuidadosamente el panel para formar un relieve con las líneas del dibujo.
[11] Finalmente, ya con las planchas necesarias (usualmente se utilizaba una por cada color necesario),[9] un surishi, o impresor,[10] llevaba a cabo el trabajo de impresión colocando el papel de estampación sobre las consecutivas planchas.
La impresión se realizaba frotando una herramienta llamada baren sobre el dorso de las hojas.
Durante los últimos años de la década de 1820 publicó su famosa serie Treinta y seis vistas del monte Fuji y fue tan popular que posteriormente tuvo que añadir diez estampas más.
[23] El paisaje se compone de tres elementos: el mar agitado por una tormenta, tres barcos y una montaña, imagen que se complementa con la firma, la cual es claramente visible en la parte superior izquierda.
La montaña que se ve al fondo es el Monte Fuji, cuya cumbre nevada es evidente.
La primera, el título de la serie, está escrita en la parte superior izquierda dentro de un marco rectangular, en el que se puede leer: "冨嶽三十六景/神奈川冲/浪裏" Fugaku Sanjūrokkei / Kanagawa oki / nami ura, que significa «Treinta y seis vistas del monte Fuji / en alta mar en Kanagawa / Bajo la ola».
A pesar de que en 1830 envió a su nieto al campo con su padre —hijo adoptivo de Hokusai—, las repercusiones financieras continuaron por varios años, período durante el cual estuvo trabajando la serie Treinta y seis vistas del monte Fuji.
[34] En la obra Hokusai reúne y ensambla diversos temas que aprecia particularmente.
El monte Fuji es representado como un punto azul con blanco, que rememora la ola del primer plano.
[38] Las dos grandes masas ocupan el espacio visual, la violencia de la gran ola se contrapone a la serenidad del fondo vacío,[23] lo que hace recordar al símbolo del yin y yang.
[39] La oposición del ying y el yang[32] se refleja también en el nivel de colores: el azul de Prusia se opone al color complementario utilizado en el fondo: un tono entre rosa y amarillo.
[50] Dado el éxito, Nishimuraya publicó al año siguiente las siguientes diez estampas de la serie Treinta y seis vistas del monte Fuji, las cuales presentan una singularidad: algunas de ellas están impresas utilizando la técnica aizuri-e: imágenes impresas exclusivamente en azul.
[51] Estas diez estampas suplementarias no tienen el tono azul de Prusia, sino que tienen los contornos en negro sumi, con tinta china, como era habitual.
La visión artística del Lejano Oriente era totalmente nueva y rompía con las convenciones en pintura de la época.
Entre los principales artistas que influyeron a los europeos estaban Hokusai, Hiroshige y Utamaro.
[23] Félix Bracquemond fue un precursor del japonismo, además de haber sido el primer artista europeo que copió obras japonesas.
[29] En 1856 encontró un volumen del manga de Hokusai, copiando posteriormente los diseños en cerámica.
Para el año de 1872 el coleccionista Philippe Burty fue el primero en darle nombre a la revolución artística que tenía lugar en torno a artistas que incluso dentro de Japón eran desconocidos, al definir el término como «japonismo» en algunos artículos publicados en el periódico Renaissance litteraire et artistique.
[29] Surgió una retrospectiva en el arte japonés en la Exposición Universal de 1878, período durante el que Hayashi Tadamasa, junto con Samuel Bing, se convirtió en el principal distribuidor de arte japonés en Francia y toda Europa.
De la serie Treinta y seis vistas del monte Fuji contó con nueve estampas, incluyendo La gran ola.
Claude Debussy, apasionado por el mar y las estampas del Lejano Oriente, contaba con una copia de La gran ola en su estudio.
[70] Como la serie fue todo un éxito cuando salió, se continuaron haciendo copias hasta que las planchas mostraron un desgaste importante.
El segundo punto está en el lado izquierdo del recuadro de la firma, donde las líneas que lo forman deben aparecer continuas.