Desnudo (sólo un pequeño pliegue de ropaje se deja ver tras un pie) y agachado, con la pierna derecha completamente flexionada, proyecta el cuerpo en escorzo hacia adelante y alarga hacia abajo el brazo izquierdo (la lateralidad se invierte de la plancha al grabado).
Con los dedos de su mano forzadamente extendidos sostiene un gran compás (que, por su brillo, y la inevitable comparación con los rayos que salen del sol, parece salir como rayos de sus propios dedos) sobre el oscuro vacío inferior.
La composición de la figura principal, un triángulo isósceles inscrito en un círculo, tiene su lado mayor como diámetro del círculo y uno de los lados menores como base (no totalmente en el plano horizontal, con una ligera inclinación), todo lo cual produce inestabilidad y dinamismo.
La simetría queda reforzada con las líneas del compás, abierto noventa grados, como diagonales que apuntan a los ángulos inferiores.
Iconográficamente, el compás se ha visto como un atributo divino: Dios como "gran arquitecto", lo que también puede interpretarse como una referencia a la masonería, cuyos símbolos Blake utilizaba frecuentemente.