Proverbios

Las discusiones realizadas en ámbito judío sobre su canonicidad se cerraron tras el Concilio de Jamnia.

Por su parte, en ámbito cristiano, Teodoro de Mopsuestia al parecer no negó que el libro de los Proverbios pertenezca al canon pero sí consideró que su contenido versaba sobre prudencia humana.

Asimismo, en siglos posteriores algunos autores como Spinoza y Leclerc han negado también su canonicidad.

Es muy difícil clasificar el contenido del libro, porque no ha podido encontrarse ningún orden lógico en la secuencia de proverbios que contiene.

Según los estudios de Whybray que han sido generalmente aceptados por los demás exégetas se puede dividir el libro de los Proverbios en ocho secciones:[2]​ Más simple, se puede clasificar en: Aun cuando se exprese un cierto conocimiento práctico que permita alcanzar la felicidad, la sabiduría expresada en los libros sapienciales nunca deja de lado la fe en Yahveh mostrando así su profundidad religiosa antes que práctica o moral.

A pesar de ello, la adaptación a la mentalidad y el espíritu hebreo es perfecto, ya que no traicionan en ningún momento la estructura tradicional judía, su estilo ni su vocabulario.

Además de la monocorde repetición de fórmulas casi idénticas, el libro contiene numerosos consejos y órdenes pedestres y terrenales, que no parecen tener relación alguna con un mensaje divino.

Si este trabajo no se hubiera efectuado, estas antiguas tradiciones nos serían ajenas por entero.

Pinturas del Antiguo Testamento del siglo XVI