La arquitectura herreriana, estilo herreriano o estilo escurialense, también denominada por algunos autores manierismo clasicista,[1] se desarrolló en España el último tercio del siglo XVI, coincidiendo con el reinado de Felipe II (r. 1556-1598), y continuó vigente en el siglo XVII, aunque transformado por las corrientes barrocas del momento.
Se corresponde con la tercera y última etapa de la arquitectura renacentista española, que fue evolucionando hacia una progresiva depuración ornamental, desde el plateresco inicial hasta el purismo clásico del segundo tercio del siglo XVI y la absoluta desnudez decorativa que introdujo el estilo herreriano.
[3][2] La arquitectura herreriana, o el estilo herreriano se caracteriza por su rigor geométrico, la relación matemática entre los distintos elementos arquitectónicos, los volúmenes limpios, el predominio del muro sobre el vano y por la ausencia casi total de decoración, razón por la cual en su época era denominado estilo desornamentado.
También es conocido como estilo escurialense, en alusión al edificio que sirve de paradigma a esta corriente arquitectónica.
[4] Los edificios herrerianos destacan por su severa horizontalidad, lograda gracias al equilibrio de las formas, preferentemente cúbicas, que se disponen simétricamente en la estructura.
En lo que respecta a los usos decorativos, estos se reducen el empleo de formas geométricas básicas, como esferas y pirámides.
Fueron levantados para hacer más cómodos los desplazamientos del monarca desde Madrid hasta el Real Sitio de El Escorial.