Los sublevados también lograron ocupar el aeródromo de Armilla y otros puntos estratégicos.
Los sublevados llevaron artillería y tras varios días de duros combates lograron conquistarlo.
[2] A la caída del Albaicín, toda Granada quedó bajo control de los sublevados.
Durante estos combates los sublevados detuvieron y en muchos casos ejecutaron a todo resistente o sospechoso de serlo.
Tras la conquista de Granada se puso en marcha una fuerte represión contra las izquierdas y los republicanos.
[4] La victoria del Frente Popular y el regreso de las izquierdas a la corporación municipal no tuvo una buena acogida por los partidos conservadores.
Mientras estos incidentes se producían, grupos de pistoleros derechistas dispararon desde las azoteas contra los manifestantes y los policías que estaban allí presentes.
[11] Tras la victoria electoral del Frente Popular, los oficiales reaccionarios y monárquicos comenzaron la preparación de una sublevación militar.
[14] Aunque logró estabilizar la situación, en apenas 25 días que estuvo en el cargo tan solo pudo tomar contacto con la conspiración militar y civil.
[19] Campins en principio no estuvo implicado en la conspiración militar, y esta se hizo a sus espaldas.
[27] En la conspiración también se hallaban implicados —aunque con un papel menor— varios políticos derechistas que no habían sido elegidos en las elecciones de mayo.
[34] El 19 de julio la situación en Granada seguía en pausa muerta, con la conspiración inmovilizada y con los militantes del Frente Popular todavía sin armar.
[35] El gobernador civil, Torres Martínez, se negaba una y otra vez a repartir armas entre las organizaciones obreras que se las reclamaban, siguiendo las consignas del jefe del gobierno, Casares Quiroga, de no armar a la población.
[38] El capitán Nestares, por su parte, fue visitando los distintos acuartelamientos militares de la ciudad, apremiando a los conspiradores para que tomaran la iniciativa.
Algunos civiles pensaron que las tropas habían salido de sus acuartelamientos en defensa del orden republicano.
Los guardias de asalto, quizás viéndose en inferioridad numérica, no dispararon y los sublevados pudieron ocupar el edificio sin dificultades.
A excepción de Castilla —que sacó una pistola y fue rápidamente detenido—, nadie ofreció resistencia.
También fue hecho prisionero el alcalde Manuel Fernández Montesinos,[e] cuando se encontraba en su despacho.
Al llegar allí los sublevados encontraron resistencia, aunque pudieron aplastarla con facilidad y hacerse con el control de la fábrica.
[41] Muchos obreros y leales a la República huyeron al barrio del Albaicín, donde hubo una seria resistencia.
Al anochecer la resistencia todavía continuaba en el barrio del Albaicín, donde se concentraron los obreros y los leales a la República.
A lo largo del día se lograron abrir algunas brechas en la resistencia republicana y varios defensores fueron capturados, pero cuando cayó la noche el barrio todavía continuaba resistiendo.
[61] Varias viviendas resultaron destruidas y los obreros tuvieron numerosas bajas, pero la resistencia continuaba cuando anocheció.
Numerosos defensores fueron hechos prisioneros al intentar huir, mientras que otros fueron capturados en sus propias viviendas.
[65] Al anochecer del 23 de julio, los sublevados ya controlaban toda Granada y sus alrededores.
[75] Fueron creados varios grupos paramilitares y/o milicias encargados de la represión en la retaguardia, entre los que destacó especialmente la «Escuadra Negra».
[3][g] Fueron fusilados numerosos médicos, abogados, escritores, artistas, maestros y, principalmente, trabajadores.
[84] También tuvieron este destino Rus Romero y el presidente de la diputación, Virgilio Castilla.
Sin embargo, esto no salvó la vida al poeta granadino, que fue detenido y poco después fusilado cerca de Víznar.
[93] El asesinato de García Lorca tuvo un amplio eco entre la opinión pública internacional.