[2] Arturo Álvarez-Buylla Godino, el Alto Comisario Español en Marruecos, se había negado a unirse a la rebelión pero finalmente fue hecho prisionero y sustituido por el Coronel Eduardo Sáenz de Buruaga.
[4] En Tetuán, que era la capital del Protectorado, se lanzaron 8 bombas que alcanzaron el edificio del Alto Comisariado pero también la mezquita y sus alrededores, causando numerosas víctimas.
La revuelta parecía imparable, por lo que el coronel Juan Luis Beigbeder (el Delegado de Asuntos Indígenas) acude a su amigo el visir Sidi Ahmed el Ganmia, quien ―montado en su caballo― se adentró entre las masas e invocando el nombre de Alá las apaciguó.
"Al final lo que consiguió este bombardeo fue irritar a los marroquíes y aglutinarles alrededor de los sublevados".
[4] Así el bombardeo no sólo no causó ningún perjuicio militar a las fuerzas sublevadas sino que facilitó aún más que las autoridades marroquíes aceptasen colaborar en mayor grado con los militares rebeldes.