[7] El comercio directo produjo un intercambio cultural entre las islas filipinas con la China Hokkien durante la Dinastía Song (960–1279 a. C.) en la que las mercancías eran la porcelana, la cerámica, la seda y las especias como el trepang en Luzon.
En 1564 comenzó la conquista de Filipinas, y las islas formaron parte del Imperio Español hasta 1898.
La influencia hispana es perceptible en tres aspectos fundamentales:[2] La transmisión cultural hispana a Filipinas se dio principalmente desde la Nueva España, ya que estas islas se gobernaban desde Ciudad de México, y no fue hasta las independencias hispanoamericanas que España obtuvo el control directo de las islas.
La primera influencia en Filipinas, en la época prehispánica, y se deja notar en la preparación de ciertos alimentos mediante cocción en agua, al vapor, o el asado.
Existen en la cocina filipina adaptaciones a platos españoles y que son muy populares como son la paella que en la versión filipina es una especie de arroz valenciana, locales de Chorizo, escabeche y adobo.
Durante el siglo XIX, la cocina china empezó a ejercer su influencia en forma de panciteria o tiendas de fideos que se empezaron a establecer por todo el territorio, en algunas ocasiones se mezclan los nombres de esta forma se tiene el arroz caldo (arroz y pollo en un caldo) y la morisqueta tostada (un término antiguo para el sinangag o arroz frito).
El arroz a menudo se mezcla con diferentes salsas o con el caldo de otros platos.
Los plátanos, calamondinas, pulpa y leche de coco, guayaba, mangos, papayas o piñas proporcionan un toque tropical a muchos platos.
Algunas legumbres como las patatas, zanahorias, el Taro, la mandioca, el ube y el camote, también encuentran su lugar en la cocina filipina.
Entre los más populares se encuentran el tilapia, el bagre, el chano (localmente llamado bangús), el mero, la caballa, el pez espada, el atún, los camarones, las gambas, las ostras, los mejillones, las almejas, la sepia, los calamares, los cangrejos, etc.