La expulsión de los jesuitas más importante fue la que ocurrió a mediados del siglo XVIII en las monarquías católicas europeas identificadas como despotismos ilustrados y que culminó con la supresión de la Compañía de Jesús por el Papa Clemente XIV en 1773.La inspiración de estas medidas se encuentra en una doctrina política denominada regalismo, que defiende el derecho del Estado nacional a intervenir, recibir y organizar las rentas de sus iglesias nacionales.La expulsión de una orden obediente al papa como la jesuita era económicamente apetecible porque reforzaba el poder del monarca y, además, porque tras la expulsión de una orden religiosa venía luego la correspondiente desamortización de sus bienes, que el Estado podía administrar como creyera oportuno.A mediados del siglo XVIII los jesuitas fueron expulsados de las monarquías católicas más importantes: Simultáneamente a España, los jesuitas fueron expulsados del reino de Nápoles, Sicilia y, en 1768, del ducado de Parma (ambos vinculados a la Casa de Borbón, pero con otros soberanos).El 23 de enero de 1932, se ordenó consiguientemente su disolución (decreto redactado por el presidente del gobierno Manuel Azaña y por el ministro de justicia Fernando de los Ríos), dando un plazo de diez días a sus componentes para «abandonar la vida religiosa en común y someterse a la legislación».