La presión había ido en aumento hasta el punto de que los países católicos amenazaron con romper con Roma.
En el párrafo introductorio, Clemente XIV observa que como Cristo ha venido a la tierra como el príncipe de la paz, esta se ha trasmitido a los apóstoles y al sucesor del Pedro, cuya responsabilidad es la de fomentar las instituciones que busquen la paz, y eliminar las que la obstaculicen.
Se le suman algunas disposiciones dictadas para la aplicación del breve.
Luego los jesuitas la harían del conocimiento de los habitantes de las poblaciones en donde vivían, lo cual no fue aceptado, o mejor dicho sería rechazada esa orden debido a la estrecha relación que había entre los religiosos y la gente, por lo que se produjeron una gran cantidad de protestas y levantamientos armados ante las autoridades eclesiásticas como civiles...
En tanto que en los reinos no católicos o protestantes del Sacro Imperio Romano Germánico, como por ejemplo en el Reino de Prusia y el Imperio ruso prohibieron a los obispos promulgar el breve y ordenaron a los jesuitas llevar a cabo sus actividades académicas como si nada hubiera pasado.