Cuauhtémoc

La forma honorífica de Cuauhtémoc es Cuauhtemoctzin (el sufijo -tzin se usa para designar una dignidad similar a "Don" o "Señor" en español).[4]​ Cuauhtémoc se dio a la tarea de reorganizar el ejército mexica, reconstruir la ciudad y fortificarla para la guerra contra los españoles, pues suponía que éstos regresarían a pelear contra los mexicas.Envió embajadores a todos los pueblos solicitando aliados, disminuyendo sus contribuciones y aun eliminándolas para algunos.La canoa en la cual huían de Tenochtitlan él, su familia y sus más allegados guerreros, fue alcanzada por un bergantín español pilotado por García Holguín.Cuauhtémoc exigió ser llevado ante "Malinche" (así llamaban a Cortés los mexicas, siendo este un término patronímico de Malintzin o doña Marina, su traductora indígena).Entre los guerreros mexicas, como el propio Cuauhtémoc, se asumía que el derrotado y capturado por el enemigo debía aceptar morir en sacrificio a los dioses para así alcanzar como destino final acompañar al sol en su travesía diaria, por lo cual la petición de Cuauhtémoc a Cortés pudo no ser simplemente una petición de ejecución, pero prevalece la interpretación del hecho por los cronistas europeos que no consideraron las normas de honor de los ejércitos indígenas.En los cuatro años que siguieron, la administración codiciosa por parte de los españoles, la desconfianza en Cortés, y los temores del propio Cortés, le llevaron a aprobar el tormento y la muerte del último tlatoani mexica.El oro que habían obtenido en total (83 200 castellanos) no era suficiente para repartir de forma satisfactoria entre toda la tropa española, por lo que iniciaron suposiciones por parte de los mandos para obtener más oro.[15]​ Fuentes posteriores atribuyeron a Cuauhtémoc sin respaldo alguno un estoicismo pleno mostrado en ese trance.[16]​ Una novela histórica escrita por Eligio Ancona en 1870 popularizó la variante "¿Estoy yo acaso en un lecho de rosas?".Como todos los súbditos recién conquistados, se intentó convertirlo al cristianismo, pero solo lo consiguieron hasta el día que le dieron muerte.El hecho es que sintiéndose vulnerable, decidió mandar ahorcar a Cuauhtémoc y quemarle los pies, pues eso no se sabe y al cacique de Tacuba, Tetlepanquetzal, que volvieron a encontrarse ante el verdugo.Los dos testigos presenciales de los hechos que dejaron testimonios escritos, Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo, no precisaron ambos datos.[21]​ Habían pasado cuatro años desde el fin del sitio de Tenochtitlan, y quizá los mismos desde que se torturó quemándoles los pies a los caciques a los que ahora se ejecutaban.Tanto las fuentes españolas (Bernal Díaz) como las indígenas cuestionan los motivos aducidos por Cortés.Diego López de Cogolludo relata en su obra "Quauhtemoc confesó ser así, como los demás lo habían dicho; pero que no fue él principio de aquella consulta, ni sabía si todos fueron en ella ó se efectuaría, porque él nunca tuvo intención de salir con ello, que solo había pasado la conversación referida, Sin más probanzas, dice Bernal Díaz, que D. Hernando Cortés mandó ahorcar á Cuauhtemoc, y al señor de Tacuba, que era su primo; pero la Historia General de Herrera dice, que fue dada sentencia mediante proceso jurídico, y sentenciados á ahorcar Cuauhtemoc, Couanoctzin y Tetepanquetzal."A partir del siglo XIX su figura fue usada con fines nacionalistas, teniendo máximo ejemplo en la inauguración del Monumento a Cuauhtémoc obra de Miguel Noreña durante la dictadura de Porfirio Díaz.El Comité Estatal para la Alianza de Comunidades Indígenas del Estado de Guerrero manifestó su indignación ante el fallo, y la comisión determinó que los restos y las fuentes documentales que presuntamente respaldaban la autenticidad podían dejar la puerta abierta a futuras investigaciones.Pese a que estas pruebas prueban lo contrario, cientos de personas peregrinan anualmente hasta Ixcateopan, el pueblo mismo conserva el apelativo de Cuauhtémoc e incluso hay eventos oficiales conmemorativos.
Prisión de Guatimocín, último emperador de México , por Carlos Esquivel y Rivas . 1854. ( Museo del Prado , Madrid ).
Leandro Izaguirre , El suplicio de Cuauhtémoc (1893).
Mosaico de lo que se considera el último discurso de Cuauhtémoc como tlatoani en náhuatl y español
Ilustración "Ejecución por ahorcamiento de Cuauhtémoc" del libro "The conquest of Mexico"
Monumento a Cuauhtémoc, Oaxtepec, Morelos, México.
Como mascarón de proa, la efigie de Cuauhtémoc se lleva orgullosamente en la proa, en honor del último emperador azteca. El nombre de este navío representa la estirpe guerra del emperador azteca, quien además era conocido por su valentía y ser aficionado a la poesía.
Mascarón de proa del buque ARM Cuauhtémoc (BE-01)