El tiempo histórico es un término que puede referirse a distintos conceptos en el ámbito historiográfico y en psicología.
Para la interpretación providencialista, el tiempo histórico es un paréntesis en la eternidad, origen y destino del hombre.
La determinación de la causa de los hechos históricos puede reducirse a una explicación determinista y monocausal o hacerse más compleja (multicausal y relativista), lo que suele responder a un mayor grado de acercamiento a la realidad, aunque dificulta la construcción del modelo explicativo (y si se convierte en demasiado compleja termina siendo poco o nada útil -como lo sería un mapa que reprodujera a escala 1:1 el territorio cartografiado, con lo que coincidiría en extensión con él-).
[2] Comte y el positivismo imagina un progreso lineal, que Walt Whitman Rostow describe incluso como despegue (take off) hacia el crecimiento autosostenido,[3] concepto desarrollista que encontró sus detractores en el movimiento ecologista y el neomalthusianismo del Club de Roma (propuesta de crecimiento cero -1970-, límites ecológicos, concepto de sostenibilidad o crecimiento sostenible) que tenía su precedente en Malthus (Ensayo sobre el principio de la población, 1798).
Walter Benjamin hizo algo semejante con otra expresión similar, en este caso del fundador del marxismo: Marx dice que las revoluciones son la locomotora de la historia mundial.