[2] Sus contribuciones han perfilado la religiosidad cristiana, el canto gregoriano, la vida monástica y la expansión de la arquitectura gótica.[7] Cuando a los 23 años, en el año 1113, ingresó como novicio en la Orden del Císter, le acompañaban cuatro hermanos, un tío y algunos amigos (hasta 30 personas, según otras fuentes).Previamente los había probado durante seis meses, asegurándose de su lealtad y formando un grupo muy unido.Fue designado abad del nuevo monasterio, puesto que desempeñó hasta el final de su vida.En los 10 primeros años solo se establecieron tres nuevas fundaciones: Tre Fontane (1118), la Fontenay (1119) y Foigny (1121).A partir de 1130 se extendieron las primeras abadías por Alemania, Inglaterra y España (Moreruela, 1132).Sus sentimientos frente a los dialécticos se revelaron en los enfrentamientos que mantuvo con Gilberto de la Porré y Pedro Abelardo.[14] También predicó las excelencias espirituales de la vida monástica y convenció a muchos para que ingresasen en la orden cisterciense.[15] Se le conocía como "Doctor melifluo" (boca de miel), por su suavidad y dulzura.[8] Bernardo predicó en el Languedoc en 1145 a los cátaros o albigenses, y fue elogiado, pero en Verfeil, cerca de Toulouse, se le abucheó.[18] Su mayor y más trágica empresa fue la Segunda Cruzada, cuya predicación fue por completo obra suya.En el sínodo de Sens le exigieron a Abelardo retractarse y al no hacerlo, el papa confirmó al sínodo de Sens y lo condenó por hereje a perpetuo silencio como docente.Bernardo en carta a Inocencio II (Contra errores Petri Abaelardi), refutó los supuestos errores de Abelardo, pues consideraba que la fe solo debe ser aceptada:[28] Para Bernardo, la verdad que hay tras la creencia en Dios es un hecho directamente infundido por la divinidad y por lo tanto incuestionable.[8] Cincuenta años antes, durante la Primera Cruzada se estableció en Palestina un reino feudal gobernado por nobles franceses.En 1145, Luis VII de Francia propuso la cruzada y pidió a Bernardo que la predicase.Por tanto transmitió a los cristianos que se trataba de una guerra santa, pues así la concebía él.[35] Bernardo quedó muy afectado, sin embargo pensó que por lo menos había sido criticado él y no Dios.Su Apología a Guillermo estableció también los criterios teóricos que luego se emplearían en la construcción de todas las abadías cistercienses.En primer lugar, la pobreza voluntaria: las esculturas y adornos eran un gasto inútil: despilfarran el pan de los pobres.Al prescindir de todo lo superfluo, el estilo cisterciense consiguió unos espacios desnudos, conceptuales y originales que lo hace plenamente identificable.[41] De hecho, se conoce la importancia que muchos papas han dado a este texto.[51] Su teología mística tuvo como fin principal mostrar el camino de la unión espiritual con Dios.El más conocido, es Del acueducto:[58] La figura de María no se entendía como hoy.Así el abad mostró sus dudas sobre la Inmaculada Concepción: ...con toda certeza, sólo la gracia hizo limpia a María del contagio original...Cuando no comprendía unas frases o un sentido del texto, se humillaba y pedía a Dios que le iluminara, pues entendía que si Dios había puesto esa palabra o esa frase y no otra, lo hacía por una razón concreta.Esta fe en la revelación verbal le originó importantes periodos místicos que quedaron recogidos en sus escritos.Bernardo consideraba estéril la filosofía, pues argumentaba que en nada sirve al hombre para alcanzar su fin último.Después los tratados, breves pero de enorme valor espiritual para la Iglesia católica, desarrollando una doctrina precisa y coherente.El cuadro, denominado Premio lácteo a san Bernardo, fue pintado por Alonso Cano entre 1646 y 1650 para los capuchinos de Toledo.[73] Existe otro cuadro parecido, que no se representa aquí, pintado por Murillo y también en el Museo del Prado, donde se aparece la Virgen a san Bernardo para ofrecerle leche de sus pechos como premio por su defensa mariana.
Un manuscrito español del siglo
XIII
de sermones de Bernardo de Claraval
Alonso Cano
,
Premio lácteo a san Bernardo
,
Museo del Prado
. El santo arrodillado recibe un chorro de leche de los pechos de una estatua de la Virgen.
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