Partió para Roma con cinco compañeros (entre ellos Godofredo de Saint-Omer) a fin de solicitar del papa Honorio II el reconocimiento oficial.
El Papa acepta convocar un concilio en Troyes para debatir el asunto.
Hugo de Payens relató en este concilio los humildes comienzos de su obra, que en ese momento sólo contaba con nueve caballeros, y puso de manifiesto la urgente necesidad de crear una milicia capaz de proteger a los cruzados y, sobre todo, a los peregrinos a Tierra Santa, y solicitó que el concilio deliberara sobre la constitución que habría que dar a dicha Orden.
Se encargó a san Bernardo, abad de Claraval, y a un clérigo llamado Jean Michel la redacción de una regla durante la sesión, que fue leída y aprobada por los miembros del concilio.
La Orden del Temple fue creada y dotada de la regla del «monje soldado»: sencillez, pobreza, castidad y oración.