A lo largo del tiempo de su construcción, que se prolongó cinco siglos, hasta el siglo XVII, la nueva catedral gótica sufrió graves percances: terreno inestable, huracanes, rayos y avatares de la historia.
La obra se puede considerar inacabada porque la catedral tiene una sola torre, la de San Pedro.
Pero sobre todo los rayos han causado incendios repetidas veces, causando importantes daños en la catedral: en 1363, 1385, 1389 cuando se incendia la cubierta, 1526, 1556, 1618, 1640, 1697 y 1700 cuando un rayo destruye de nuevo el campanario, que ya no se rehízo.
Pasada la agitación revolucionaria, la catedral hubo de ser profundamente restaurada por Eugène Millet.
Esta catedral es reconocida por sus excepcionales vidrieras, realizadas entre los siglos XIII y XIX, que ocupan una superficie de 1500 m².
Durante la Revolución, la abadía se convirtió en prisión y los órganos fueron puestos a la venta como patrimonio nacional en 1792.
Esta disposición fue muy criticada en su momento porque los órganos ocultan gran parte del rosetón occidental.