Al igual que en Breitenfeld, el conde de Tilly fue herido durante esta batalla, aunque esta vez no pudo recuperarse de sus heridas y falleció, quedando sus tropas desmoralizadas y sin dirección.
En cuanto su ejército cruzó el río Gustavo asaltó y consiguió tomar la colina.
Y su segundo al mando, Aldringen, cayó inconsciente con una fractura de cráneo unos minutos después.
El grueso del ejército pudo escapar de la aniquilación gracias a la tormenta y los fuertes vientos que bloquearon los caminos la noche siguiente.
Así la muerte del conde posiblemente salvó a su ejército de ser completamente aniquilado.