La sangrienta batalla destrozó las fuerzas protestantes y dejó a los españoles como señores absolutos de aquellas tierras.
Todas excepto 4 compañías veteranas de coraceros habían sido reclutadas en 1621 y 1622.
Estaban compuestas por reclutas valones y habían actuado pobremente en la batalla de Wimpfen.
No obstante, Streiff contraatacó, la caballería valona equivocó el paso y sufrió un considerable daño por las armas de fuego del enemigo.
En el lado derecho protestante, Brunswick había enviado a la casi totalidad de su caballería, el despliegue de Córdoba hizo imposible flanquear su posición, pero Brunswick esperaba destrozar la formación española con un asalto total y frontal.
Era mediodía e intentó tomar el camino hacia Lieja en torno a Fernández de Córdoba para alcanzar Breda.
[5] El ejército español estaba ya demasiado cansado para seguir al enemigo en retirada.
[6] La victoria española fue completa tras una estrategia militar brillante librada por el Príncipe de Maratea.
Esta batalla supuso un punto de inflexión a partir del cual el Imperio Español consiguió prolongar durante cuatro décadas más su preponderancia militar en Europa.