La guerra comienza en Bohemia, se extiende por el Sacro Imperio Romano Germánico para terminar involucrando a casi toda Europa.
En 1630 Gustavo II Adolfo de Suecia acude en ayuda de los luteranos alemanes para prevenir una posible agresión católica a su país y para obtener influencia económica en los Estados alemanes situados alrededor del mar Báltico.
Gustavo II Adolfo era subvencionado por Richelieu, el primer ministro del rey Luis XIII de Francia, y por las Provincias Unidas.
Desde 1630 hasta 1634 hizo retroceder a las fuerzas católicas y recuperó una gran parte de las territorios protestantes ocupados, tomando Pomerania e Magdeburgo.
Fernando II había cesado en su puesto a Albrecht von Wallenstein, por lo que dependía de la Liga Católica.
Mientras, en Alemania las tropas suecas bajo Johan Banér invaden Silesia y el norte de Bohemia.
Sin embargo, la muerte de Richelieu en 1642 parece abrir nuevas expectativas para el bando católico.
Lennart Torstenson, ya libre de Dinamarca, vuelve a Alemania para intentar decidir la guerra.
Lennart Torstenson, cuyas tropas se encontraban acantonadas en Sajonia y Turingia, avanzó hacia el Danubio.
Las fuerzas imperiales apenas se habían movido cuando el comandante recibió, a través del Coronel Sporck, la noticia de que los suecos estaban marchando hacia el mismo lugar al que Hatzfeld tenía la intención de avanzar ese mismo día.
Por consiguiente, los imperialistas apresuraron su marcha y llegaron a Jankov en el momento en que los suecos también hacían su aparición.
Las fuerzas estaban separadas solo por una pequeña colina baja e inmediatamente formaron sus líneas en orden de batalla.
[7] El ejército imperial estaba formado por 10.500 jinetes, 5.000 soldados de infantería, 500 dragones croatas y 26 cañones.
Entre sus oficiales destaca el Conde Johann von Götzen, que posee gran experiencia y tiene un carácter agresivo, arrogante, insubordinado, obstinado.
Por último, el flanco derecho estaba cubierto por terreno escarpado y espesos bosques que dificultaban una posible maniobra de flanqueo por parte sueca.
Además, el flanco izquierdo se encontraba en una zona mucho más despejada: carecía de la protección del Jankowa.
Este movimiento fue tan convincente que Hatzfeldt decidió realizar un reconocimiento personal, dejando a su ejército sin un mando efectivo durante un par de horas decisivas.
Sin embargo, cuando llegó al flanco izquierdo, alrededor de las 8:15,[11] se encontró con las últimas tropas marchando hacia el oeste.
La caballería de von Götzen no conocía la ruta exacta; al encontrarse estaba entre espesos bosques y cerros.
Su avance se realizó en la más completa confusión y solo volvió un poco el orden al contemplar la colina Chapell.
Con temeridad, von Götzen empujó a sus soldados hacia el enemigo en una carga desordenada en improvisadas columnas.
Von Götzen, obstinado, se negó a retirarse ante el fracaso del ataque, hasta que su cuerpo fue alcanzado por dos balas, resultando muerto.
Mortaigne extendió sus tropas en una colina en el flanco sur de donde se encontraba Suys y las hizo avanzar teniendo lugar una sucesión de choques desarticulados en torno a espesos bosques que anuló la ventaja sueca en fusilería y artillería.
[13] La caballería imperial, sin embargo, tuvo que dar marcha atrás al situarse varios cañones en el bosque.
La presión ejercida por los suecos hizo que las fuerzas imperiales formadas en línea adoptaran la posición de una media luna.
Pensó que lo mejor sería colocarse en una posición defendible y aguantar hasta el atardecer para luego retirarse protegido por la noche.
Hatzfeld eligió esta posición porque la depresión del terreno debía ofrecerle cobertura contra la artillería sueca.
El general sueco se hizo llevar hacia donde pudiera observarlo y después envió a 400 mosqueteros para que los asaltase.
Esta fue una mala decisión por parte de Torstensson, ya que la fortaleza fue defendida decididamente y supuso un gran desgaste para los suecos.
Sin embargo, el poder imperial quedó muy disminuido con esta batalla al perder a la flor y nata de su ejército.