El ejército Sueco, al mando del Mariscal de Campo Lennart Torstenson, tras concluir una brillante campaña contra las tropas del Sacro Imperio Romano Germánico se dispuso a asediar Leipzig.
Al saber que se aproximaban las fuerzas alemanas, Torstenson hizo maniobrar a su ejército, levantando el sitio y retirándose hasta Breitenfeld.
La batalla se produjo cerca del escenario de la primera batalla del mismo nombre ocurrida once años antes.
Tras una encarnizada lucha, el ejército imperial alemán fue derrotado y masacrado por completo en la huida posterior.
El resultado de la batalla permitió a Suecia ocupar Sajonia sin apenas oposición, y empujó al Emperador Fernando III a negociar la paz y renunciar a los tratados preliminares de Hamburgo.