Para aumentar su fama militar, el comandante en jefe Luis II de Borbón, príncipe de Condé, decidió atacar y sitiar la ciudad.
Condé decidió aislar completamente la ciudad, tomando inicialmente Veurne y los fuertes que controlaban los canales circundantes el 7 de septiembre.
Unos días después, cuando terminó la contención, cerró las esclusas que los defensores habían abierto para inundar la zona.
El gobierno español no hizo ningún intento serio por mantener la ciudad portuaria más grande del condado de Flandes.
La oposición de los defensores, aunque liderada con valentía y bien dirigida, se había vuelto desesperada.