[11] En 1541, los otomanos capturaron gran parte de Hungría, y en 1570 crearon el Principado de Transilvania, donde ubicaron al antirrey húngaro, quien desde entonces gobernó solamente como príncipe;[11] de esta manera, Transilvania se convirtió en un Estado vasallo ante el Imperio Otomano, quedando Hungría efectivamente dividida en tres partes: una con control Habsburgo, otra con control Otomano y una última tributaria y vasalla (Transilvania).
La Reforma Protestante, originada en 1517, encontró un obstáculo insalvable cuando el emperador Carlos V ordenó detener la propagación del luteranismo en 1529.
[27] Los nuevos terratenientes, militantes del catolicismo y muchos de ellos conversos, beneficieron entonces fuertemente a su correligionarios, excluyendo a los protestantes de la administración; por ejemplo, para 1594, los cargos claves del gobierno en Moravia se encontraban en manos protestantes, pero una década después la predominancia católica era clara.
[31] Los bohemios se vieron además carentes de autoridad ejecutiva en sus tierras, ya que esta última fue otorgada a los Regentes, diez representantes seleccionados por los Habsburgo.
Sorprendentemente, los tres no solo sobrevivieron, sino que pudieron escapar y alertar a las autoridades imperiales.
[37] Los rebeldes tuvieron peor suerte, ya que hasta la dieta de Moravia se mostró reluctante en enviar recursos y hombres.
[39] Mientras tanto, la Unión Protestante se había reunido en octubre en Rotemburgo, donde su presidente, el príncipe elector Federico V del Palatinado intentó en vano convencer a los otros miembros de apoyar la revuelta.
[49] Federico recibe rápidamente el reconocimiento de las Provincias Unidas, Dinamarca, Suecia y Venecia, pero fracasa en atraer apoyo considerable a su causa.
[51][52] Los holandeses le ofrecieron un subsidio que al final nunca entregaron en su totalidad, el estatúder Mauricio de Nassau acaba de salir victorioso en su conflicto con Johan van Oldenbarnevelt, pero todavía debía consolidar su posición en las Provincias Unidas, y no quería arriesgar su tregua con España apoyando abiertamente a Federico.
[58] La intervención cosaca no es accidental, el embajador Habsburgo llevaba tiempo intentando reclutar a 30.000 Lisowczyks, que habían sido reclutados a su vez por el rey polaco Segismundo III para luchar contra los moscovitas, pero que ahora le estaban causando problemas al atacar la frontera otomana.
La misma dura poco, desconfiado, Bethlen envía en marzo una delegación conjunta con Federico a Constantinopla, solicitando asistencia para seguir la lucha contra el Emperador.
[61] El 12 de julio, Federico envía 70 mil florines al sultán, prometiendo que Bohemia será un Estado tributario del Imperio otomano si recibe asistencia.
[61] Segismundo forza entonces al resto de los Lisowczyks que se dirijan hacia el oeste, para unirse con Bucquoy; en total 19 mil cosacos cruzan la Silesia, y permiten que las fuerzas imperiales resuman la ofensiva desde Krems en el primer semestre de 1620, principalmente contra los hombres del conde Thurn, atrincherados en Langenlois.
No obstante, la dieta croata, de predominancia católica, rechaza al nuevo soberano, y se mantiene aliada a Fernando.
Mientras que 1620 vio el incremento del apoyo a los Habsburgo, los rebeldes bohemios vieron como los protestantes germanos le dieron la espalda.
[70] Los austríacos rebeldes restantes, 62 nobles, huyeron a Retz, en la frontera con Bohemia, donde firmaron una declaración de desafío contra Fernando.
[75] Al día siguiente las tropas imperiales abandonan sus posiciones cubiertos en la niebla y marchan a toda prisa hacia Praga, durante varios días, ambos ejércitos marchan hacia la capital bohemia en caminos paralelos, pero el 7 de noviembre los rebeldes les cierran el paso a 8 km de la ciudad, en una colina llamada "Montaña Blanca".
[76] Sin importar las razones reales para que Bucquoy cediera, la reunión finaliza y los comandantes ordenan iniciar el ataque, pero antes escuchan una interpretación del Salve Regina.
[79] Aunque la lucha continúa en el flanco cubierto por la Liga Católica, a la 1.30 p. m. los moravios rebeldes que les han hecho frente, también abandonan la batalla, siendo los últimos en retirarse.
[80] La mayor amenaza es el príncipe transilvano, Gabriel Bethlen, que en septiembre había salido en dirección a Presburgo con 30 mil soldados, para forzar su propia coronación.
[82] Mientras tanto, aprovechándese de la guerra interna en el Imperio, el sultán otomano arrebata Waitzen a Hungría; disgustados, varios nobles húngaros se unen al bando imperial en enero, mientras que los restantes presionan a Bethlen para que inicie las negociaciones de paz.
[85] Federico es recibido en Segeberg por el rey danés Cristián IV, éste se encuentra preocupado por el aumento del poder de los Habsburgo, y hace un llamado al Círculo de Baja Sajonia para que apoye al Elector Palatino, sin encontrar una respuesta positiva.
Los Estados miembros de la Liga Católica están tan confiados en la pronta pacificación del Imperio, que en marzo desmovilizan su ejército, reduciéndolo a 15 mil hombres.
[92] Cartas también fueron enviadas desde las Provincias Unidas al mercenario Mansfeld, invitándolo a seguir luchando contra los Habsburgo en el Rin.
[103] No obstante, éste, junto a Cristián, son contratados directamente por los holandeses, por lo que se parten hacia Breda en agosto.
Los paladines no duran mucho tiempo trabajando con los holandeses, y Mansfeld se refugia en la Frisia oriental, que es arruinada económicamente por sus mercenarios.
[113] Tanto Sajonia como Brandeburgo enviaron embajadores sin poderes plenipotenciarios, una argucia que luego podría ser usado para desconocer la decisión tomada.
[118] El Emperador prefirió utilizar estas tierras para pagar a aquellos que le fueron fiel en la revuelta, conservando tan solo un 1.6% del total; este uso explica porque familias germanas, españolas, italianas y belgas recibieron territorios en Bohemia.
[119] La guerra había iniciado una espiral inflacionaria en el sur del Imperio que no fue mitigada por sus gobernantes: ansioso por pagar sus deudas, el Emperador contrató acuñadores, reduciendo la cantidad de plata para poder producir más monedas, y congelando los precios de los alimentos para prevenir la inflación.
[120] Al final, los únicos beneficiados por esta medida fueron los acuñadores, quienes ahora se contaban entre los más ricos de Europa.