En esta nueva fase de la contienda, la estrategia española pasaba por impedir totalmente el comercio holandés en el Mediterráneo.
Para asegurar el tiro, no se abriría fuego hasta encontrarse a tocapeñoles.
Cuando atravesó completamente la formación holandesa, el Santa Teresa viró, volviendo al combate y capturando un barco e incendiando otro.
A cambio el fuego se propagó al propio Santa Teresa; el incendio pudo ser sofocado pero su efecto se sumó a los daños recibidos en el combate, por lo que disminuyó su actividad.
En términos estrictamente militares el combate se saldó con una rotunda victoria española, cinco buques destruidos y dos apresados contra ninguna pérdida propia.